Emprender en épocas de crisis: El caso de Remi Streetwear

Emprender en épocas de crisis: El caso de Remi Streetwear

Tiene solo 21 años pero desde hace un tiempo, decidió emprender con esfuerzo a través del que más le acomodaba: el . Así conocimos a Enrique Campos, el diseñador tras Remi (@remi.sw), quien fabrica cada prenda a mano primero en su natal Talagante hasta llegar a Santiago y también hacer envíos a todo el mundo. Aquí nos cuenta sobre su proceso de adaptación y las convicciones que le han ayudado a seguir y llegar a instalarse como uno de los favoritos de Ceaese, entre otros.

“Hoy en día, hablar de remite a una amplia gama de contextos, más allá de los sociales y pandémicos que nos rodean, como por ejemplo el creacional, entrando así a un campo de búsqueda existencial. En mi caso, la creación textil. En lo personal, la crisis comenzó mucho antes del 18 de octubre del 2019, remontándose a abril del mismo año: inseguridades respecto a mis creaciones, el miedo al verme inmerso en la zona de confort, la producción e intervención de nuevos diseños y prendas únicas, en definitiva, el vivir de esto, lo que trae consigo caos, crisis. Decidí tomar y darme un tiempo para preparar algo que me dejara conforme y feliz, algo que fuera más allá.

Durante este tiempo, opté por dejar mis estudios (Diseño de ), sin alejarme de la industria, iniciando un trabajo recopilatorio para entender cómo funciona el mercado textil en . Así, a mediados de julio, me involucré socialmente con las personas que proveen los insumos vitales en este rubro, conociendo a quienes trabajan tras el mesón, fomentando la búsqueda de precios justos para conseguir calidad y conciencia limpia del negocio, el que no sigue ni perpetúa el círculo vicioso del capitalismo; donde los costureros y pequeños proveedores son quienes pierden. Pero, sin ir más allá, comprendí porque ya casi no es rentable producir en , cómo los precios bajos de Oriente nos fueron dejando fuera, para así, transformarlo en un mercado más independiente y menos industrial, donde Recoleta cumple el rol de suministrar materia prima para independientes, diseñadores, emprendedores y costureros. Es aquí donde la innovación juega un rol importantísimo y el querer buscar destacar y hacer que el diseño independiente se vea por sobre el retail, es un arduo trabajo. Y, ¿para qué? Para que se valoren las horas invertidas manufacturando el tiempo consiguiendo los insumos y la preocupación para lograr llevar a cabo los resultados que ideamos, en definitiva, para valorar el arte que es. 

Previo al estallido social, me encontraba en medio del casi lanzamiento de una nueva colección (Lost Generation) que, precisamente, abordaba de manera crítica cómo el capitalismo y el golpe de Estado fueron lapidarios con las distintas formas de manifestación del arte; con la arquitectura como valoración artística y no como un negocio, convirtiendo al arte como una cuestión de clase y solo de elite. Cuando estaba a punto de lanzar la colección, por azar o destino comenzó el estallido social, entonces, fue ver cómo mi trabajo investigativo y creativo era algo contemporáneo, en otras palabras, se transformó en una representación del ahora, no en la imagen simbólica de lo que fue. Algo que nos tocaba vivir ahora a nosotros más allá de las repercusiones de la memoria histórica, al hacer de conocimiento público muchas demandas sociales que muchos omitíamos pero enfrentábamos a diario, sobre todo como independientes. Es por esto que decidí posponer todo proyecto, porque sentía que podía hacer algo más con la creatividad e inspiración que me estaba dando. Me uní a las distintas manifestaciones dentro y fuera de mi pueblo, de Talagante a Santiago y viceversa, donde todo era prácticamente un estudio social: la rabia y la molestia enmarcando la lucha; el entender al de al lado más allá de las caretas, temas que por mucho tiempo no nos importaron o les hicimos vista gorda. Porque en la individualidad trazamos el destino, pero no es el camino.

De la mano del contexto de movilización, la educación se congeló y los semestres se comenzaron a cerrar, dándose espacios más allá de la carga académica. Y es ahí donde ocurre algo trascendental en mí, desde persona a independiente. En mi ex colegio, donde estudié básica y media, los alumnos propusieron usar el tiempo que les quedaba para aprender en formatos de “talleres independientes”, autogestionados por profesores y artistas de distintos rubros. A mí, me tocó armar un taller para exponer mi trabajo en clases, donde enseñaba de textiles, aplicaciones fast y cómo podíamos aportar un poco al planeta desde la reutilización de prendas, creando conciencia ambiental a través del conocimiento práctico.

 

Luego del estallido, a fines de febrero, cuando todos creíamos que en marzo volvíamos a las calles, el aún era algo relativamente ajeno a Chile, pese a que rondaba en todos los medios y acaparaba las miradas del mundo. Durante la última semana de ese mes, eran sólo noticias de advertencia en donde ningún lugar se tomaban precauciones: el barrio de las telas de Independencia seguía lleno, las costureras de buzos escolares aún estaban pensando en cumplir sus pedidos a tiempo y Dávila sólo eran filas para conseguir insumos como franelas y jersey de poleras. Pero, tenía que llegar. 

Cuando llegó la pandemia y comenzó generar miedo, Independencia cerró por y gran parte de l@s trabajador@s independientes en textil, comenzaron a ver cómo sus pedidos iban cuesta abajo y los precios cuesta arriba. Todo se volvió una lucha por conseguir TNT y elástico para mascarillas, y los precios de insumos básicos como el bistrech o la lona impermeable, se dispararon: el metro de elástico plano de 6mm que antes costaba 40 pesos por metro pasó a costar sobre los 300 pesos. Oferta y demanda e inconsciencia. Porque se sabía que el rubro ahora estaba girando en torno a  la manufacturación de mascarillas, a modo de sobrevivencia y de tener algún giro en esta crisis. 


A pesar de todo, decidí terminar mi colección para que sea lanzada, finalmente, el 1 de mayo del presente, simbólicamente, el Día del Trabajador. De cara a todo pronóstico en contra, creo y siento que esta debe ser vista como lo que es finalmente: trabajo independiente, el remar contra toda adversidad, el ser un negocio chico frente a gigantes de la industria, el crear consciencia en cómo, poco a poco, estamos destruyendo nuestro entorno; el ver que nuestras decisiones si tienen consecuencias, para dar cuenta de que el futuro está cambiando, no hay caminos preestablecidos que perpetuar. El cambio está en nosotros mismos, en las manos de los jóvenes, precisamente, en el hacer de la moda algo sustentable a conciencia. Por lo mismo, este nuevo lanzamiento está pensado en eso: en su totalidad, la mitad de la confección será de prendas hechas desde cero y la otra, en la intervención de prendas únicas rescatadas de mercados populares, dándole así, sentido. Este es el gran paso que puedo dar respecto a la identidad de mi trabajo, lo que realmente soy y quiero transmitir, creando piezas únicas en las que pueda transmitirles todo lo que he ido aprendiendo, lo que veo y vivo a diario. Esta, en conclusión, es la representación de un año viviendo en y de la industria, de la moda a manera independiente, sin contrato, sin sueldo, sólo con la autogestión y el apoyo de muchos clientes que optan por comprar su ropa a diseñadores locales. Esta colección es claro ejemplo de La Moda en Tiempos de Crisis, porque, desde la crisis se crea y se renace, se sale y se afronta, siempre mediados por la perseverancia y sudando la gota gorda. No hay premio sin sacrificio. No hay moda ni creación sin crisis.

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Andrea Martínez Maugard
Andrea Martínez Maugard
Periodista y Magister en Comunicaciones, Editora en Jefe de VisteLaCalle. Ex creadora de Martirio's Way, un blog que unía moda, música y cine y que ahora lo encuentras en Instagram como @martiriosway. La historia de la moda y críticas es lo que me mueve en VisteLaCalle.

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