Foto por Carlos Saavedra @carlos.saav
Desde Iquique para el mundo y desde la Administración Pública hacia la moda; así podríamos seguir el inicio del desafiante y entretenido camino del chileno Ian Walton, quien es uno de los estilistas emergentes más destacados del escenario local. Walton, quien hoy reside en Santiago, trabaja para un proyecto de Falabella y logró lo que muchos quizás añoran desde otros rincones del país: poder establecerse bajo un oficio que le permite evolucionar y encontrar una voz propia. Y bajo el espaldarazo del diseñador chileno Juan Pablo Espínola, pudo dar con una de sus primeras grandes oportunidades.
Foto por Carlos Saavedra
Foto por Matías Escobar
- ¿Cómo llegaste a involucrarte en el estilismo? ¿Era la moda algo que te gustaba mientras crecías?
Recuerdo muy vivamente que creciendo en Iquique, a eso del año ’97 o ’98 – cuando tenía como cinco o seis años-, una tía había arrendado Titanic en VHS como se hacía antes y la vimos juntos en su casa. Me acuerdo que lo primero que me interesó fue el vestuario: nunca antes había visto prendas con ese nivel de detalle y eso quedó impregnado en mi cabeza. Mientras iba creciendo, la moda nunca fue un eje principal en mi vida, nunca aprendí a coser o algo por el estilo; no obstante, me acuerdo que con mi mamá veíamos siempre programas como No te lo pongas con Stacy y Clinton o Proyect Runway con Heidi Klum en sus primeras temporadas y me fascinaba cómo el vestuario y su diseño podían tener tantas repercusiones en la vida de las personas o ser objetos de arte en si mismos. A su vez, crecer en Iquique implicó que la oferta de ropa no era muy grande. Cuando llegó Ripley a la ciudad, si no me equivoco, fue la primera tienda que tenía escaleras mecánicas y eso significó todo un evento. Con la llegada del computador todo cambió; me abrió las puertas a lo que estaba sucediendo en las capitales de la moda y con eso, de a poco fui desarrollando un bagaje de conocimiento sobre la historia del vestuario y la vida de sus creadores. Cuando salí del colegio y tuve que decidir qué estudiar, moda, diseño o arte no eran opciones para mí. Lo importante era buscar una carrera con rentabilidad al egresar, por lo cual decidí estudiar Administración Pública en la Universidad de Chile. Con ello, el bicho de la creatividad quedó guardado varios años pero en algún momento tenía que escapar.
Fue a inicios del 2018, no me acuerdo la fecha exacta, pero en ese contexto estaba recién titulado y buscando trabajo sin lograrlo. Un amigo de esa época necesitaba a alguien que lo ayudara con el vestuario para un test y conversando su idea decidí atreverme y fue completamente natural; supe en el instante que era un rubro al cual quería dedicarme. Posterior a eso seguí haciendo tests, conociendo más gente y a las semanas me contacta un amigo, el diseñador Juan Pablo Espinola, quien al estar interesado en esa faceta mía me ofrece hacer el nexo para entrar a trabajar al equipo de Bernardita del Solar, una destacada productora de moda nacional. Trabajé con ella durante el año 2018 y fue una gran oportunidad para conocer el rostro comercial del estilismo en Chile. Posterior a eso seguí asistiendo a otros productores de moda tales como Matías Núñez y a Jazmin de las Flores, con quienes seguí formándome en la profesión y generé hermosas amistades. Con el tiempo fui creando mi propio contenido, buscando mi propio camino y de a poco me empezaron a contactar, generando clientes que me querían ya no como asistente sino como estilista.
-Si pensamos en la profesión, detrás del concepto se encierran muchas más cosas y procesos de los que se perciben. ¿Cómo sería para tí el típico día de trabajar en una sesión de fotos, por ejemplo?
Lo que muchas personas consideran como “un día de sesión de fotos” para el estilista siempre son mínimo tres. Todo proyecto necesita una pre producción y su posterior cierre. Desde el inicio, uno va tanteando terreno de cuáles van a ser las necesidades de la producción, siempre dependiendo del tipo de proyecto. El retail implica un énfasis más grande en las necesidades comerciales de las marcas, la editorial es un proceso más personal y también depende si son comisiones para revistas, las cuales tienen directrices muy establecidas. Al tener esto en cuenta me voy anteponiendo a lo que pueda suceder. No me gusta hacer las cosas a último minuto, por lo cual si un proyecto fija fecha de fotos para un jueves por ejemplo, idealmente yo estaré produciendo el lunes o martes, buscando equipo si necesito asistente, viendo la oferta de prendas que vaya a necesitar, etc. Ser metódico y organizado son herencias tanto de mi crianza como de mi formación como administrador público y creo que han sido un plus muy fuerte en mi carrera. Cuando estoy en set intento mantener un espacio de trabajo que me permita ver todas mis opciones. Especialmente cuando estoy trabajando una editorial, siento que es muy parecido a ilustrar: mientras más colores tenga en mi paleta, mejor. Me es muy deprimente llegar a mi casa y pensar “quizá pude haber puesto este vestido de esta forma” “o “este zapato era una mejor opción para esa falda”, por lo cual el método me significa una herramienta que permite fluir mi creatividad, independiente de lo contraproducente que puede sonar eso.
Foto por Val Palavecino
-Has trabajado en estilismo de retail y estilismo editorial. ¿Podrías contarnos cuáles serían las principales diferencias?
La diferencia principal está en el nivel de propuesta que se puede hacer. En el retail, uno sigue los códigos y patrones de cada marca y se trabaja bajo esos límites. Incluso muchas veces las directrices de cómo se deben complementar los prendas y productos entre sí vienen completamente preseleccionadas por cliente. Bajo ese escenario, uno entra a trabajar y/o a contraproponer con accesorización. Qué clase de aros, collares, zapatos o cualquier otro tipo de complemento son factores que pueden definir la esencia de una foto; en ese sentido nada es aleatorio. Por otra parte, el trabajo editorial da espacio para experimentar y partir una propuesta completamente desde cero, lo que implica que como estilista tienes un mayor control del proceso y su resultado, siempre tomando en cuenta las opiniones e ideas del equipo con el que se trabaja. Normalmente en el trabajo editorial, uno coordina con un equipo, con quienes puedan desarrollar ideas en base a un interés estético en común, lo cual no siempre es posible cuando se trabaja para publicidad y retail.
-Luego de varios años en el que has logrado pulir tu carrera, ¿dirías que tienes un sello propio?
Me gustaría decir que en estos años he podido identificar patrones y características que se me hacen muy orgánicas a la hora de trabajar una propuesta. No obstante, veo el proceso de creación como un camino en constante evolución, donde se van descubriendo nuevas rutas y dejando otras de lado. Al día de hoy sé que mi trabajo editorial siempre contará con una visión enfocada en lo pulcro y de cierta forma “sofisticado”. Me gusta sentir que la forma en la que pongo el estilismo se perciba como fina y a la vez natural. No me gusta lo pretencioso y por sobre todo, no me fijo en las tendencias. Hace unos meses me contactaron para hacer una campaña de joyas y la razón por la cual me habían seleccionado entre la variedad de estilistas que ofrece la industria local era porque, según el cliente, “deconstruyo” los looks. Esa afirmación me hizo sentir muy satisfecho.
-Si de ti dependiera, ¿cuál sería tu equipo soñado para trabajar en una sesión?
Creo que todo depende de la idea que haya detrás de un determinado proyecto. Los fotógrafos y las fotógrafas tienen ciertas sensibilidades hacia determinados conceptos, ideas, tipos de luz, retoque digital y eso los hace clave para el resultado. Esta lógica funciona también para maquilladores/ras, directores y directoras de arte, modelos, etc. Me gusta pensar que trabajo con personas con las que comparto tales afinidades.
Foto por Matías Escobar
Foto por Carlos Saavedra
-¿Crees que en Chile existen nuevos talentos que muestran su identidad en cuanto a estilismo?
No estoy muy al tanto de las nuevas figuras que han aparecido. Por lo demás, me es muy difícil encontrar estilistas locales nuevos que se dediquen a hacer propuesta identitaria con su trabajo. Siento que muchos intentan replicar lo que las tendencias dictaminan y se quedan bajo esos limites. A su vez se hace patente la copia a referencias específicas de los estilistas consagrados internacionalmente. Se nota la sombra de lo que sucede en Europa o incluso en Asia. No percibo un interés por mostrar una identidad local, tanto sudamericana como nacional, en el área. Al parecer el colonialismo nos ha coartado hasta la forma en que combinamos una camisa con una falda. Independiente de eso, yo tampoco puedo decir que lo he logrado, este es un desafío propio del cuestionamiento moderno de los cánones de belleza imperantes.
-¿Cuál es tu trabajo favorito hasta el momento y por qué?
Tengo varios trabajos a los cuales les tengo mucho cariño, tanto por el resultado como por el proceso. Diría que las fotos que hicimos junto con Carlos Saavedra y el maquillador Humberto Moya a la transformista Janin Day es uno de mis más grandes orgullos. El poder retratar una faceta más editorial de Janin como el ícono que ella representa para el transformismo nacional fue un honor. A su vez me resultó muy gratificante el resultado, porque me resulta muy comprometedor estilizar una figura reconocida, ya que es complicado fundir la visión personal con la identidad de quien vistes.
Janin Day por Carlos Saavedra
-Por último, ¿qué consejo le darías a quienes buscan desarrollar la profesión de estilista de moda?
Diría que, sí es posible, partan asistiendo. El estilismo es una profesión que requiere muchas competencias que van más allá del mal denominado “buen gusto” y en Chile no hay una tradición académica sobre el tema. Por ello considero que la mejor forma de aprender es ir “donde las papas queman”. La asistencia es una instancia oportuna generar para entender la lógica detrás de todo y a su vez conocer la industria local. También es necesario investigar el trabajo de los diseñadores, entender sus propuestas y por sobre todo, buscar equipos con los cuales exista confianza y sincronía creativa.
Fotos por Matías Escobar
Foto por Rocío Mascayano
Fotos por Carlos Saavedra