Aunque los artistas nunca abandonen realmente la escena, existen momentos que parece en los que retornan nuevamente después de un largo tiempo; eso ha pasado con Fiona Apple estos meses. Hace unos días sorprendió con un nuevo disco que ha sido alabado por distintas generaciones y con ello, solo falta recordar cómo fue la génesis de una de las cantantes más famosas de los ’90.
Fiona era como una especie de Billie Eilish de su época; no porque se vistiera de manera similar o cantara lo mismo, sino porque exploró la inconformidad con el encasillamiento femenino y además, explotó repentinamente con ese disco llamado Tidal (1996), con el que obtuvo éxitos musicales y en video que la convirtieron sin querer en it girl. Se paseó por alfombras rojas con su desenfadado estilo, que a diferencia de otras, no se apoyaba en lo bien cuidado o shockeante; Fiona seguía siendo ella pero al lado de Paul Thomas Anderson o David Blaine, algunas de sus parejas más famosas. Apareció en los Oscars, en los Grammys y especialmente en los premios MTV, donde en 1997 daba discursos directos y fieles a su pensamiento. “Este mundo fue y es una mierda”, al más puro estilo Gardel en Cambalache.
La cantante además fue toda una prodigio, al igual que Eilish; escribió su disco a los 16 años, y Mark Romanek -el mismo tras videos de Nine Inch Nails y Lenny Kravitz-, le dio a Criminal el look Calvin Klein que viralizó su música: gente bonita en ropa interior, promiscuidad y estética retro mientras Fiona cantaba “He sido una chica muy mala”. Pero ahora, su quinto disco trae de vuelta su esencia; Fetch the Bolt Cutters la ha visto reencontrándose con el pelo chascón, pantalones sueltos y crop tops y una serie de reviews que alaban la manera poética que tiene la artista de condensar varias melodías, influenciando a muchos otros creativos incluyendo Kanye West.