Llamado a la reflexión social sobre el consumo de la moda y su impacto en el medio ambiente.
Por: Natalia Castrillón Alzate, comunicadora en Universo Mola
La libertad vendrá siempre condicionada por el espacio en el que nos desarrollamos como seres humanos, y por supuesto, no podremos hablar de libertad si las condiciones del ambiente nos impiden expresarnos en la naturalidad de nuestro instinto. Estar en libertad es poder ser y hacer lo que por años la especie humana ha hecho, lo que es inherente a su esencia como habitante del planeta tierra sin importar los avances tecnológicos, los cambios culturales y de estilo de vida que ahora difiere tanto del que se vivió siglos atrás; disfrutar de la naturaleza es ahora un privilegio, desde pescar en un río para satisfacer el hambre hasta el adecuado manejo de nuestros residuos se ha convertido ahora en acciones condicionadas por la escasez que estamos viviendo. Es por eso que, debemos tratar la salud de nuestro planeta de manera urgente, este ya no es ni siquiera un tema prioritario, pues si no actuamos inmediatamente, podría ser demasiado tarde.
A pesar de que mucho se habla sobre el tema del cambio climático, la sostenibilidad y otros mil vértices que hacen referencia, parece que aún no es claro para muchos el deber que tenemos como habitantes de la tierra de actuar contundentemente para, ya no salvar o cuidar, pues es muy tarde para esto. El deber ahora es REGENERAR nuestro hábitat, tenemos la tarea de devolverle a nuestra fuente de vida todo lo que nosotros y nuestros antepasados le han arrebatado. No basta ya con ahorrar agua, tener una bolsa de tela para ir al supermercado, o reciclar en casa, y aunque todas estas acciones tienen una gran importancia, la situación ambiental nos demanda aún más esfuerzos de nuestra parte, un gran compromiso y voluntad de cambio inmediata.
El mundo nos ha demostrado que cada despilfarro que hemos cometido ha tenido consecuencias.Es verdad que no todos hemos podido enfrentarlas de la misma manera, pero la ciencia pronostica que el efecto lo viviremos todos en un determinado momento.
Un ejemplo de esto es la pandemia que acabamos de enfrentar y vale la pena apuntar que una de las lecciones más importantes que nos dejó el COVID-19 como sociedad fue reconocer la importancia de la salud pública y el contacto con la naturaleza, por encima de la economía, el trabajo o el estudio. Es fundamental reconocer la relación que tiene el ecosistema donde nos desarrollamos con la calidad de vida que podemos darnos y la salud de la que gozamos, en esta etapa de post-pandemia nuestra responsabilidad es mantener esta conciencia colectiva y no dejarnos nublar de nuevo por la comodidad de tener lo básico, como si el agua, el aire o el calor del sol fueran inmensurables e infinitos.
La industria de la moda, como bien sabemos, es una de las más importantes y con más impacto a nivel global. Absolutamente todas las personas nos vestimos diariamente, por lo que el cambio hacia la sostenibilidad en la moda es un gran paso hacia el cuidado y conservación de nuestro planeta, es por eso, que nosotros, como consumidores, somos quienes debemos exigir a las marcas que consumimos absoluta transparencia en sus procesos, materia primas, empleabilidad, distribución, publicidad y comercio de sus productos. Somos los consumidores quienes cambiamos la oferta de las marcas de ropa, es nuestra responsabilidad indagar cómo fue fabricada la prenda que estaremos usando y pensar en el impacto que tendrá en el planeta la adquisición que estamos haciendo, por encima de nuestra situación económica.
La influencia que puede lograr el slow fashion en la transformación de consciencia ambiental a la que le estamos apuntando como sociedad es clave, debido a que representaría un enorme paso hacia la vida más sostenible y una reflexión ecológica fuerte y actualizada. Si empezamos desde este aspecto tan transversal y globalizado, seguramente vendrán a partir del mismo, muchos más espacios para consumir responsablemente en nuestro día a día.
En Latinoamérica, un continente tan rico culturalmente y de amplia biodiversidad, pero así mismo, fuertemente golpeado por la pobreza, la corrupción y la violencia, existen marcas éticas que no solo aportan a crear humanidad y regeneración desde materiales sostenibles, si no también, se convierten en voz política que teje fuertes redes sociales, lo que las hace valiosas y de gran aporte social. En Colombia, por ejemplo, está Maraka, una marca de accesorios hechos a mano por mujeres campesinas y sordas que creó una emprendedora araucana, ellas están “tejiendo conciencia ambiental desde la inclusión”. Tarpui es otra marca de moda sostenible que se proclama como herramienta de protesta pacífica y proactiva, potenciando diálogos que ponen por encima lo humano y artesanal, a lo artificial y masificado. Existe también, Manifiesta, una slow fashion brand que trabaja con ex-integrantes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) facilitando su reinserción y sociabilización; como marca, están presentes en manifestaciones sociales y alzan su voz para luchar por sus ideales. Son éste tipo de iniciativas las que nos demuestran que la moda puede ser un fuerte eje de influencia social y que nosotros como consumidores podemos usarla como herramienta de expresión de nuestras preocupaciones ambientales, sociales y hasta políticas.
Finalmente, esto es un llamado a seguir trabajando por habitar la tierra con respeto, desprendernos un poco el ego de “especie inteligente” que llevamos portando por años para darle espacio al reconocimiento de lo que hemos hecho mal como primer paso para arreglarlo, es un aliento para usar nuestra sabiduría y emocionalidad en pro de un mundo saludable que sea habitado libremente por todos sin negar la posibilidad de vivir de las generaciones venideras.
En Universo Mola contamos con uno de los hubs más completos de moda sostenible Latinoamericana y por eso queremos recomendarte algunas de nuestras marcas éticas favoritas:
Chile: Tejidos de alpaca en @shopsisa. Poleras, Tapabocas, bolsos en @lugonia.cl y Zapatos en @domeizapatos.
Colombia: Accesorios en @awanataller
Brasil: Delantales naturales en @DeLaurentis
Uruguay: Vestidos, faldas, remeras y monoprendas en @anabasanta_uy
Perú: Lencería Ética en @Hailli.lenceriaetica
Argentina: Joyas, cintos, bolsos y carteras en @wichilhenay
México: Prendas de segunda mano en @segundo.chance
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Fotografía: Katherin Nieto, Federico Chaves y Sebastián González