Luego de un largo periodo de trabajo en el mundo del retail, la diseñadora chilena Claudia Loyola decidió dar un paso adelante y lanzar su marca propia, Claudia Loyola Atelier. Fue en el año 2019 cuando decidió seguir el camino contrario: piezas hechas a mano y slowfashion. “Me embarqué en este proyecto teniendo como norte desarrollar diseños únicos y con carácter propio, siempre enfocada en llegar al punto de diseñar una colección completa”, nos cuenta.
“Cuando cursaba tercer año en la carrera de Diseño el destino me llevó a conocer personas ligadas al diseño independiente, mundo en el que fui internándome de a poco participando como exponente en ferias de diseño independiente tanto en Viña del Mar como Santiago. Años después, como la mayoría de los recién titulados, mi opción fue venirme a Santiago y buscar un trabajo, mientras lograba una base para independizarme, sin dejar de lado los encargos personalizados y de vez en cuando lanzando colecciones cápsula.
Desde pequeña sentí la necesidad de replicar los vestuarios que veía en personajes de películas o libros, rescatando los rasgos característicos de las prendas, llevándolos a modelos a escala. Tomaba a mis muñecas como mis primeras clientas y reutilizaba retazos de telas ya que una tía abuela que era costurera. A partir de entonces, me he dedicado a desarrollar esta profesión, eligiendo cursar la carrera de Diseño Integral en la Universidad de Valparaíso, rescatando el hecho a mano y convirtiéndome en una modista moderna.
Después de pasar dos años proponiendo colecciones cápsula, bautizando prendas con nombres de mujeres que han sido importantes e influyentes en la historia, decidí que la mejor forma de consolidar esos pequeños homenajes era con una colección completa dedicada a todas esas mujeres valientes y poderosas que se atrevieron a ser las primeras en la historia y nos abrieron el camino para una vida con voz, derechos y voto.
“Todas” es una colección de prendas femeninas, que mezcla la pulcritud visual del minimalismo con rasgos estéticos de época, tomando como inspiración la estética victoriana de finales del siglo XIX, época en la que comenzó a abordarse de forma consciente la temática de los derechos de la mujer, abriendo paso a la emancipación femenina frente a un mundo regido por y para hombres.
En la carta de colores, se puede notar que prevalecen los morados y violetas, color que fue escogido por las sufragistas inglesas y asociado a la lucha feminista desde ese entonces. Colores que en conjunto con el petróleo y tonos bronces, trabajan en contraste, uniendo las premisas de lo femenino, la feminidad y el feminismo, conceptos que se pueden visualizar mediante las siluetas y elementos estéticos que son parte de cada diseño de la colección.
El objetivo de ésta colección y de las prendas en sí es realzar a la mujer empoderada, reafirmando cualidades tan valiosas como liderazgo, autocuidado, sentido de comunidad, fortaleza, responsabilidad, compromiso y profesionalismo, cualidades que debe sacar a la luz día a día buscando imponerse en un mundo dominado por entidades que se caracterizan por ser masculinas”.
