Persona sucia o con mala reputación. Así se define el concepto de Fleabag, nombre que lleva la serie que debutó en 2016 con la escritora, actriz y activista británica Phoebe Waller-Bridge en televisión, luego de un exitoso paso por el teatro con un monólogo. La comedia pone en el tapete a una anti heroína llena de frustraciones, malas decisiones y un apetito sexual voraz, algo que hasta el momento no se había mostrado de manera tan honesta y que explotó en su segunda temporada este año, dándole a su creadora un merecido premio Emmy y abriéndole las puertas de adoración absoluta de muchos alrededor del mundo.
Para Phoebe Waller- Bridge, el camino comenzó en pequeños roles pero de manera potente como escritora de obras. Le dio vida a series como Crashing, fue productora de la también alabada Killing Eve y además co escribió lo que será la próxima cinta de James Bond, 25. Aunque todo su triunfo se lo debe a la incómoda, políticamente incorrecta y al mismo tiempo adorable mujer protagonista de Fleabag, que en su segunda temporada se vio enamorada de un cura interpretado por su amigo Andrew Scott, quien fue apodado “hot priest” por los fervientes seguidores de la serie.
Phoebe representa un triunfo distinto en todo el sentido de la palabra, uno que no viene necesariamente acompañado de la perfección que siempre busca Hollywood o de la dulzura que quieren transmitir muchos de sus productos. La artista es honesta, sabe hacer reír con pequeñas dosis de realidad y otras que tienen un absurdo perfectamente común. Y por eso también nos reímos cuando apareció en una imagen tomando un trago y fumando un cigarrillo luego de ganar el Emmy a Mejor Actriz de Comedia y Mejor Escritor de Comedia en septiembre pasado, porque representa exactamente lo que sabíamos de ella. Y ahora, traslada todo eso a su portada de diciembre en Vogue, acompañada de una editorial que aunque aparezca llena de etiquetas de Alta Costura, muestra a la Phoebe Waller – Bridge que todos amamos y celebramos.
Fotos: Vogue, IMDB.
