Más allá de la polémica por los dichos del pasado, son varios los factores que llevaron al diseñador Karl Lagerfeld a consagrarse como Director Creativo de Chanel y por ende, protagonizar la temática de la próxima (y esperada) gala MET. En 1971 fallecía en su eterna residencia del Ritz Coco Chanel, la mujer más famosa de la moda. Con ello, quedaba atrás un legado que parecía imposible actualizar para las nuevas generaciones. Pero en 1983, el siempre ocupado Lagerfeld asumiría el reto: encantar a un nuevo público que no conocía mucho sobre la historia de la legendaria casa y para ello, se centró en varios elementos.
Quizás el principal elemento que ayudó a Lagerfeld a ganar nuevos adeptos fue entender el pasado, incorporarlo en sus diseños a través de su propia visión comercial y no escapar de él. Para ello fueron claves algunos elementos concretos (y simbólicos): la camelia, flor eterna de Chanel; los collares de perla, el negro, los trajes de dos piezas y esa elegancia innata que siempre rodeaban las colecciones de Coco. Cada uno de ellos le permitió decir “abracemos la grandeza de esta diseñadora”, en vez de alejar a su fiel clientela de antaño olvidando los archivos como otros diseñadores (te miramos a tí Demna).
Por otra parte, incluyó un rostro reconocible favorito, tal como a principios de los ’70 lo había sido Catherine Deneuve en la publicidad de Chanel Nº5 -quien sería más reconocida como musa absoluta de Yves Saint Laurent-, poniendo el foco en Inès dela Fressange. También puso en el tapete el rol activo de la mujer en una nueva era, justo en una década donde el power suit interpretaba esa etapa como de poder femenino; para ello, la mostró haciendo deportes -y vendiendo el equipo necesario para ello-, y no solo contornéandose con sus trajes impecables. Ski, boxeo y mucho más formarian parte de las colecciones Cruise de la casa. Y también abrazó las claves urbanas de estilo, dando toques hip hoperos, por ejemplo, a sus colecciones de principios de los años ’90 e incluso incorporó denim a mediados de los ’80.
El tweed, símbolo inolvidable de la tradición de Coco, fue renovado con accesorios y colores, pero no de manera extrema. Las transparencias serían el foco también, renovando ese espíritu rebelde de la creadora original. Incluso los símbolos franceses más clichés, como la camiseta rayada, la boina o el fringe formaron parte de una refrescante visión para ropa de noche y fiesta, mientras los trajes de pantalón que tanta fama le dieron a la casa de revolucionaria también serían el centro de varias colecciones. Por supuesto que en los ’90 vimos lo mejor de Karl a través de sus colecciones más relajadas, opulentas y llenas de supermodelos, con inolvidable publicidad y una historia que se transformaría en una de las más populares en la moda.
Fotos: Europeana.