La década del 1910 fue agitada a nivel mundial, la tensión entre los países iba en aumento durante el tiempo previo a lo que sería la Primera Guerra Mundial. Por otro lado, la lucha de las mujeres por igualdad se potenciaba en busca de los mismos derechos que los hombres.
En 1911 el rechazo a uso obligatorio de la falda en mujeres cada vez más activa se generalizó y de la mano del diseñador francés Paul Poiret se introdujo el diseño de pantalones jupe-culotte o harem, inspirados en las concubinas orientales. Su uso permitía mayor movilidad sin una pérdida total de la figura femenina, iniciando así un cambio en la moda femenina de Europa.
En Chile durante ese mismo periodo las tendencias llegaban rápidamente a oídos de la población, pero el avance en cuanto a la aceptación de estas demoró un tiempo. En 1911 la revista de elite femenina Familia se refiere a la “falda-pantalón” como una cosa inaudita y que “ese indumento hermafrodita es cosa del mismísimo demonio”. Se necesitarían unos años más para cambiar esta idea y aceptar el uso del pantalón en mujeres.
Fue en 1931 que la reconocida diseñadora italiana Elsa Schiaparelli presentó de manera pública, usando ella misma, el culotte o “falda dividida”, como se le denominaba de manera popular. La polémica prenda, inspirada en la silueta de Poiret, fue usada por la tenista Lili Álvarez en el torneo de Wimbledon ese mismo año y fue sólo cuestión de tiempo para que esta se volviera vestimenta obligada en el armario de las europeas.
La lucha de las mujeres por igualdad de derechos y los cambios políticos y económicos la hicieron evolucionar en cuanto a su vestuario permitiéndoles una mayor libertad de elección sobre qué usar. La inserción laboral y su protagonismo en actividades durante los periodos de guerra son hechos que se reflejan en la vestimenta que hoy usamos. El pasado 2015 fue el año de la reaparición del culotte en las pasarelas de Milán bajo el alero de marcas como Gucci, Max Mara, Jil Sander y Sportmax, esto tras estar ausente desde los años 70 con la llegada de los pantalones acampanados.
Este año las marcas ofrecen en el mercado una amplia variedad de colores y telas para la misma silueta ancha y hasta arriba de los tobillos de los culottes, herederos de la controversial falda-pantalón y que hoy prometen seguir en tendencia.