Durante la primera mitad del siglo XX, Nueva York ya comenzaba a asentarse como una capital cultural. Por eso, es durante este tiempo donde aparecen los primeros rastros de las boutiques de moda que sentarían un gusto particular de los neoyorkinos por el vestuario de calidad, y entre ellas se encuentran los diseños de Hattie Carnegie.
Carnegie fue una empresaria de moda, cuyo período de producción fluctuó entre los años 20 y 60. Aunque nació en Viena, su familia rápidamente se trasladó a vivir a Estados Unidos. En 1909, Hattie fundó una pequeña sombrerería en Nueva York llamada Carnegie – Ladies’ Hatter. Su boutique de sombreros ganó gran renombre entre el público del sector, así que, en 1918, abrió un salón de vestuario a medida donde vendía su propia marca. Para el año 1928, Carnegie decidió dar el salto a la producción masiva de vestuario, por lo que agrandó su negocio contratando a más diseñadores. Su gusto estético la llevó a posicionarse como una de las primeras empresarias que reconoció la importancia del prêt-à-porter, con el fin de ampliar el público al que se dirige su ropa.
De esta manera, la diseñadora ha sido conocida como una de las impulsoras del prêt-à-porter, o ready to wear, en compenetración con las líneas de costura elegante, cuyo principal atractivo es que son prendas hechas a medida. Pero, por si fuera poco, también se le atribuye a Carnegie haber sido la precursora de las boutiques “head-to-hem”, es decir, aquellas boutiques donde los clientes encuentran de todo: desde sombreros, vestidos y joyas, hasta carteras, cosméticos y fragancias, sin tener que pasar a comprar cada prenda a cada boutique especializada. Hoy en día, la mayoría de las casas de alta costura presenta de esta manera sus colecciones.
El diseño más característico de la diseñadora es el traje Carnegie, donde se junta el vestuario diurno con el vespertino en un solo traje. Generalmente, este traje solía abrir los desfiles de temporada de la diseñadora, y en términos específicos, consistía en mostrar las características de la figura de la época de guerra: hombros cuadrados y una silueta de líneas largas. El traje también iba acompañado de un chaleco abotonado con cuello de pico por debajo, con colores y detalles como el doblé de la manga haciendo juego. Hattie solía diseñar con telas de su color preferido, el azul Carnegie.
Los prácticos conjuntos de Carnegie resolvieron las inquietudes de las clientas de un período específico de la historia. Su visión empresarial la llevó a tomar decisiones que llevaron a su marca a producir hasta chocolates. Hoy, aunque el nombre de Carnegie ya ha quedado en la historia de la moda, su legado más potente se encuentra en los cimientos del ámbito productivo del ambiente actual, como por ejemplo, haber pensado que una sola marca podía vestir por completo a una persona.
Imágenes: wikipedia.org/ onthisdayinfashion.com/ vogue.com/ harpersbazaar.com