“Creo que la moda no es solo para presenciarla por una pantalla de teléfono o computador; es un arte, es para verla y tocarla”
A menudo, los chilenos estamos alejados de todos los rincones que vemos en novelas o películas famosas, más aún de la cultura de moda tradicional. Pero de vez en cuando, algún compatriota accede a ese mundo llamado Alta Costura -entendiéndose el concepto como parte del patrimonio francés, el único que existe-, un logro que va desde Serge Matta como pionero instalándose en París y sus casas de moda, hasta José Cardoch estudiando en la École de la Chambre Syndicale. Y esos mismos pasos siguió Octavio Pizarro, el único chileno que no solo estudió en la capital francesa, sino que también pudo ser Director Creativo de casas tradicionales y hasta el día de hoy, lanzar sus colecciones en el marco de los fashion weeks oficiales.
Este año, hemos visto varios cursos en VisteLaCalle relacionados con historia de la moda y la Alta Costura. Y qué mejor que darle un broche de oro a este periodo conociendo la experiencia de uno de los pocos diseñadores chilenos que han podido acceder a este mundo: Octavio Pizarro. Desde París, el creativo nos cuenta más sobre su experiencia al mando de casas de moda tradicionales y nos da su opinión sobre el contexto actual.
Mientras crecías, ¿qué referentes tenías o qué te llevó a seguir el camino de la verdadera Alta Costura?
Desde chico siempre quise ser diseñador de moda. Primeramente, tengo bastantes habilidades para dibujar y para la pintura, lo que derivó por X motivos a la moda, en lo referente a la educación familiar. El haber vivido una infancia y adolescencia rodeado de mujeres fuertes en la familia, tales como mi mamá, mi abuela, admirar joyas y cosas lindas, pero sobre todo la feminidad, era parte importante de nuestras vidas. Además, los hombres de la familia, mi abuelo y mi padre, eran muy fijados en que sus mujeres fuesen siempre perfectas y esa fue una manera linda de vivir con mis primeros conocimientos. Y una cosa llevó a la otra: el dibujo y arte a la moda, y después a la ciudad de París, que sin haberla conocido, desde niño me llamó mucho la atención. Me sentí muy identificado con los diseñadores franceses, con la cultura y estilo francés, con los cánones de su estética y eso llevado a la Alta Costura, me hizo estudiar aquí después de años y empezar a conocer la ciudad donde resido.
¿Cómo fue convertirte en el segundo chileno -luego de José Cardoch-, en estudiar en la escuela de la Chambre Syndicale?
Los de la Chambre Syndicale fueron años muy importantes para mí, tanto personales como académicos. Personales porque fueron los años donde viví solo: un niño de provincia -de Viña del Mar-, de la generación Pinochet, de un país subdesarrollado, que llegó a vivir solo a una ciudad como París, con otra lengua, códigos y maneras de pensar. Fue un periodo de crecimiento muy importante para mi personalidad y descubrimiento de vida, incluyendo mi vida sexual, aprendiendo a saber lo que yo era. Como experiencia académica, dada la internacionalidad de la Escuela, éramos todos de distintas partes del mundo y en esa época los japoneses llevaban la guardia y la economía mundial y llegaron muchos a estudiar. Tengo una amiga en especial con la que nos conocimos en ese curso y aún somos amigos, María José Lladró (de la familia de las porcelanas valencianas Lladró). En esa escuela aprendí sobre la técnica, donde la exigencia te llevaba a llegar a lo más profundo y a los extremos de tus posibilidades como estudiante y eso era fantástico. Había una competencia muy fuerte e imagínate, poder vivir en una ciudad donde se respira la moda, donde todo era de fácil acceso: archivos, exposiciones, fotografía, revistas, una gran experiencia que no se olvidará.
El sistema clásico de la couture llevaba a los diseñadores a trabajar en casas de moda establecidas, y tú pudiste acceder a Jean-Louis Scherrer. ¿Cómo fue aprender en esa casa y qué es lo más importante que aprendiste allí?
Qué te puedo decir; mi primer trabajo fue en la casa Jean-Louis Scherrer, cuando la casa aun era de renombre y todavía estaba dentro de las número uno de la moda francesa, en su primera línea, con oficinas y boutiques en Avenue Montaigne, en Nueva York y licencias/franquicias en todo el mundo. Te diría que aprendí a ser diseñador. En la Chambre Syndicale aprendí la técnica pero en Scherrer estaba la cancha y eso no me lo podía haber enseñado una escuela sino el mundo de la moda francesa, de una casa de moda francesa. Aprendí la política, los rangos de las diferentes oficinas, la subordinación, el respeto al estudio de creación donde era imposible entrar sin avisar y el diseñador o art director estaba con todo su equipo y no podía ser molestado. Allí creaban todas las ideas que iban a ser vendidas por los diferentes equipos comerciales. Aprendí también a construir una colección, a conocer a los proveedores de las telas, de los bordados y de vivir lo que era preparar la colección en sí con los shows durante los fashion weeks parisinos. Era muy joven y fueron algunos de los años más fantásticos que pude tener. En conclusión, supe que la moda francesa tiene historia y la historia se resume en la vida de todas estas casas y lo que pasa dentro de ellas, y del savoir faire como dicen.
Luego de Serge Matta, te convertirse en el primer chileno en ser Director Creativo en Jacques Fath. ¿Cuáles eran tus pasos para idear las colecciones?
Es muy difícil saber en qué me inspiré, porque estuve cinco años y fueron muchas colecciones y cambios; era la década del 2000 y un momento de cambio importante. Cuando tomé el puesto, tenía 26 años y con Fath no era fácil; no era fácil sacar a flote la marca porque había tenido mucho éxito en los años ‘50 y en ese momento no había logrado resurgir. Contó con malas administraciones y decisiones que hicieron que la casa estuviera con una imagen un tanto añeja. Cuando entré, me dediqué a ver archivos, a sacar los puntos icónicos de la marca -que eran la cebra, las rayas blancas con negro-, los años ‘50 donde estaban guiados por Dior y los grandes vestidos de fiesta, pues Jacques Fath era un poco como el Jean Paul Gaultier de los ‘50. Era bien excéntrico y murió muy joven de cáncer, así que yo tenía carta blanca para hacer lo que quería. Hice colecciones de invierno, verano, cruise, catálogos, shows. Creo que ahí en las últimas colecciones, empecé a crear algo más moderno y personal, a salirme un poco de la historia de Fath y mirar hacia el futuro.
¿Crees que en Chile se reconocen estos logros?
Creo que sí. Gracias a mis logros en Francia, he podido mostrar mi trabajo en Chile, ya sea a mis clientas que reconocen mi trayectoria y tienen confianza en mí o a través del retail, con Falabella confiando en mí para hacer una colección cápsula con mi nombre hasta programas televisivos donde he aparecido en canales como CNN. Así que creo que Chile ha reconocido lo que he hecho. Eso sí, creo que existe una falta de reconocimiento y apoyo a artistas por la parte económica; nunca encontré una persona allá que pudiese ser un partner capitalista para ser una marca internacional.
Guy Laroche fue uno de los creativos más sensuales de los ’70 (el vestido de Mireille Darc, por ejemplo). A menudo se dice que un Director Creativo revisa el archivo de una casa para dar con el estilo y en tu caso, ¿cómo fue esa inspiración cuando trabajaste en Laroche? ¿Sientes que llegaste a un equilibrio con respecto a tu identidad y la esencia de la casa?
Creo que ahí fue diferente; personalmente no me guié tanto por el trabajo de Guy Laroche, de Monsieur Laroche pero sí por ciertos detalles que tenía, como el trabajo de las espaldas, tal como el vestido de Mireille Darc que causó furor. Le di mucho énfasis a las espaldas y desarrollé una moda mucho más citadina. La mujer Laroche es más activa y moderna, adecuada al día de hoy, menos burguesa y allí fue cuando pude utilizar otro tipo de materiales, telas y terminaciones para poder crear volúmenes modernos y distintos. Más que un equilibrio, creo que en la casa Laroche estaba el espíritu de la mujer que representaba su ADN.
Una pregunta más relacionada al contexto: ¿cómo crees que has visto el desarrollo de la moda últimamente, a raíz de la pandemia y sus reestructuraciones en fashion weeks o colecciones?
Acabo de presentar mi colección S/S 2021 en el último fashion week y fue extraño; una semana más reducida, con menos shows y más presentaciones digitales. No sé si la presentación digital logra mostrar y hacer sentir el lenguaje que uno quiere dar con una colección. Creo que la moda no es solo para verla por una pantalla de teléfono o computador; es un arte, es para verla y tocarla, es textura y materialidad. Hoy en día es muy difícil mostrar todo eso por una pandemia del Covid. Por mi parte, presenté mi colección en París y fue buena, acudió la prensa y los clientes y como existieron menos desfiles, hubo más tiempo para que gente que no conocía mi colección pudiese venir; de lo malo, tomé algo bueno. Ahora, se verá lo que pasará a futuro. A la industria, la pandemia le ha pegado en medio; serán meses difíciles porque la moda no está tan a la moda. La gente encerrada en sus casas, tiene menos ganas de invertir y comprar, pero al mismo tiempo la moda es belleza, es alegría, es cambio positivo, cultural y creo que el ser humano también la necesita.
¿Crees que la moda nacional ha logrado sobrevivir frente a las problemáticas actuales?
Difícil pregunta, no lo sé. Voy a Santiago seguido, pero realmente no sé. Es muy pronto para saberlo. Creo que los problemas actuales aún no terminan y no sé si la gente va a querer seguir comprando moda. Es una pregunta que estando en medio de la segunda ola aquí en París se verá más a largo plazo.
¿Has seguido la carrera de algún diseñador local en la actualidad? Si es así, ¿cuáles han sido tus favoritos?
No mucho, pero a Matías Hernán lo veo de vez en cuando. No sé sobre los diseñadores nuevos, me encantaría saber más y tener más contacto con ellos. No sé en qué están y cómo será la manera de capear esta ola tan fuerte que nos ha llegado, este maremoto de la pandemia.
Por último, dinos una canción, una película y un icono que te inspiren.
La película, Barry Lyndon con Marisa Berenson; una que siempre, siempre me ha gustado. Michael Jackson es mi icono, desde muy niño siempre me ha inspirado: su moda, su arte. Soy un fanático de toda la vida y hasta el día de hoy. Y una canción, que difícil; porque las canciones vienen con el estado de ánimo, creo. Hoy estaba cantando una de Paloma San Basilio, imagínate; puedo llegar a distintos estilos. Me gusta todo, el rock, el pop, la ópera, la música clásica, porque creo que hay que tener una abertura de mente para poder degustar estas diferentes maneras de escuchar música. Así que es muy difícil darte una canción en específico.