Tal como empiezan los cuentos, había una vez una época llena de estrellas que brillaban en la moda al compás de espectaculares trajes y pasarelas. Esa época quedó hace rato en el pasado, así como los nombres que surgieron a punta de un sello propio, mucho glamour, elegancia e inspiración original. Uno de esos nombres renació en una de las pasarelas de Paris Fashion Week gracias al diseñador Dries Van Noten, quien nos presentó casi a un fantasma del pasado que muchos extrañan: su colaboración con Christian Lacroix.
En 1987, Christian Lacroix lanzaba su marca homónima bajo una elegante y glamorosa inspiración, que tomaba cercanía con el flamenco, el arte, lo rococó y también introducciones como la falda le pouff, un estilo globo que popularizó el francés. Contemporáneo de estilos como el de Yves Saint Laurent y Gaultier, Lacroix cimentaba la fama de París con su elegancia soñadora que nunca dejaba indiferentes a los editores y espectadores de sus shows. Sin embargo, el ofrecimiento de globalizar su nombre a través de otros productos le pasó la cuenta y ya en 1998 su nombre dejaba de ofrecer los productos originales centrándose en una quiebra, relegando su etiqueta a rincones de tiendas de retail que hoy podemos apreciar incluso en Chile.
Por eso, la sorpresiva colaboración surge como un homenaje sentido de la moda actual al esplendoroso pasado, uno que tenía figuras claves donde sabíamos qué esperar de ellas, más que del modelo actual regido por lo económico en las pasarelas. Lacroix fue una de las víctimas de este cambio, que también tuvo varias caídas y un molde que parece no sorprender hoy. Pero con esto, podemos ver que si se puede hacer algo espectacular sin necesidad de recurrir a fuegos artificiales o grandes estructuras, algo que nos recuerda por qué nos enamoramos de la moda en un principio y los héroes que forjaron las siluetas de hoy.
Fotos: Runway, Periodicult, Flickr, Vogue.