El oficio antes ejercido por cualquier diseñador que lideraba una marca, incluía labores que hoy son totalmente relegadas a un equipo de costureros. No solo debían proponer un concepto y desarrollar piezas alrededor del mismo, sino también ocupar su imaginación para dar con cortes, drapeados y detalles exquisitos. El viejo oficio del Couturier hoy ya está en extinción, pero hubo una época en la que solo los parisinos aspiraban concretamente a dicho título aunque de vez en cuando, un extranjero se escapaba para ser reconocido como tal. Y allí se mantiene un norteamericano llamado Main Rousser Boucher, más conocido como Mainbocher.
A principios del siglo XX, un joven Boucher comenzó a moldear su camino estudiando en distintas universidades artísticas de Chicago y además, trasladándose a Alemania para dar con una especialización en Pintura. Su paso por la moda comenzó de manera concreta cuando decidió trabajar como Ilustrador para la revista Harper’s Bazaar, puesto que ocupó entre 1917 y 1921. Pero su camino lo llevó a establecerse en París y trabajar como corresponsal de moda para Vogue en dicha ciudad, algo que simplemente lo llevó a fundar su casa de moda en la capital francesa y adaptar el nombre que tendría: Mainbocher, la misma que abrió en 1930.
A través de las fotografías y revistas que podemos revisar hoy en día, Mainbocher es quizás más reconocido por una icónica imagen gentileza de Horst P. Horst. El corset que aparece llevando una modelo de espaldas, hizo su entrada en 1939 y ha inspirado a otros artistas y diseñadores, incluyendo el video “Vogue” de Madonna, donde la cantante recrea la misma imagen. Pero dentro de sus hitos también nos topamos con la creación exclusiva que confeccionó para una figura inolvidable de la historia, Wallis Simpson y su traje de novia utilizado para casarse con Eduardo Duque de Windsor en 1937. Su devoción por la elegante plebeya lo llevó a nombrar incluso un color, el “Azul Wallis”. Se dice también que anticipó toda la ola del New Look ya en 1934, ciñendo la cintura en trajes y vestidos que tomaban prestada la elegancia de Vionnet, mientras aborrecían la “simpleza” de Chanel. Para 1939, decidió cerrar su casa en París y se estableció en Nueva York hasta 1971, dejando sin legado su marca que hasta el día de hoy es sinónimo de glamour y elegancia con factura extranjera.
Fotos: Ustyled, Redlist, Vogue, Museo FIT.