La industria de la moda es asociada comúnmente a varias problemáticas medioambientales. Sin embargo, eso es solo la punta del iceberg; la moda aún utiliza cuero animal, pieles y otros elementos que para ser obtenidos infringen dolor en miles de animales, incluyendo aquellos en peligro de extinción. Nacimiento y vida en cautiverio, ecomoda superficial y mucho más es lo que nos muestra el nuevo documental SLAY (2022), dirigido y escrito por Rebecca Cappelli, donde participa también la activista australiana Emma Håkansson. Y con ellas pudimos hablar en París, luego de asistir al screening de este potente material visual.
Por Andrea Martinez Maugard.
¿Es posible que algún día la moda se vuelva totalmente ética? Bajo esta extensa interrogante, que por supuesto nos lleva a cuestionar cada paso dentro de nuestro propio consumo, la Directora y Oradora Pública Rebecca Cappelli se plantea cada decisión y lo hace incorporando a los demás. Todo comenzó trabajando en Asia por más de 18 años, cuando decidió dar un paso adelante y adoptó a un perro rescatado del mercado de consumo de carne chino, lo que la llevó a seguir incluyendo estos cuestionamientos en su vida, incluso grabar documentales y dar charlas como parte de su causa. SLAY es el nombre del documental que pudimos ver en París –y que pueden ver gratis en la plataforma online de WaterBear-, en un screening donde por supuesto el material audiovisual se convirtió en el más potente testimonio de todo lo que pasa tras esa chaqueta de cuero que está de moda o ese llavero de piel que todas llevan en su cartera. Con SLAY, Rebecca se compromete a mostrar sin tapujos lo que pasa cuando el cuero, la piel e incluso la lana son productos de alta demanda en la industria de lujo, una que reporta billones de ganancias pero aún trabaja en su mayoría en las peores condiciones que podamos imaginar.
-¿Cómo ha sido la reacción de la gente frente a SLAY?
Rebecca: La gente realmente ama el documental, especialmente los profesionales de la moda que trabajan en el lado ético y sustentable de ella así como en la prensa. La gente está demandando autenticidad y porque SLAY no tiene guiones y es real, ha sido muy bien recibido. Es el film más visto desde su estreno en la eco plataforma web WaterBear. Trabajamos muchísimo durante tres años y medio así que tener este recibimiento ha sido increíble.
-Mientras grababan SLAY, ¿qué fue lo más difícil de tratar de mostrar a la audiencia para ti?
R: Con SLAY llevo a la audiencia a una oscuridad que no sabían que existía, escondida detrás del glamour de la moda. Tomo la mano del espectador durante todo el camino hacia la luz, las soluciones, la esperanza y el llamado a la acción. He trabajado mucho para asegurarme que el documental muestre la verdad, sin compromisos, pero también he tratado de proteger la sensibilidad del espectador frente a la violencia. Es una línea muy fina para caminar y estoy muy contenta que la gente realmente se conecta con este tipo de relato. La parte más difícil es arriesgarse para asegurar un impacto duradero, encendiendo la pasión de las personas para cambiar las cosas.
-¿Crees que las marcas se están volviendo más conscientes acerca del daño que causan sus procesos en la confección de ropa y accesorios?
R: Vivimos en un mundo de hiperconsumismo pero creo que hay muchas personas trabajando para cambiar la moda para mejor; ya sean creativos, diseñadores o profesionales de lo sustentable, hay un nivel de consciencia. Pero también existe mucho greenwashing en la moda, incluyendo el que se relaciona con la industria del cuero, lo que hace más difícil para la gente tomar decisiones correctas. SLAY abre una ventana para debatir la noción que las pieles son naturales y por lo tanto sustentables, y que el cuero es solo un material.
-De acuerdo al documental, cambiaste tu manera de consumir moda. ¿Qué consejo le darías a aquellas personas que recién comienzan a ser más conscientes acerca de su propio consumo?
R: El conocimiento es la clave y cuando nos tornamos conscientes, lo primero que vemos es que necesitamos consumir menos y dejamos de comprar cosas nuevas. Si todos compramos cosas de segunda mano desde ya podríamos hacer un gran avance hacia un mundo mucho más sustentable. Y luego necesitamos no solo educarnos más a nosotros mismos sino también desafiar la noción que las pieles animales son telas para hacer ropa.
Al rescate animal: Emma Håkansson
Junto a Rebecca también vimos a la activista Emma Håkansson, modelo de marcas realmente conscientes y para los espectadores, la protagonista de uno de los momentos más tiernos y tristes de SLAY. Emma trabaja en distintas causas relacionadas con la protección animal, especialmente como Directora de Collective Fashion Justice, entidad que promueve el conocimiento acerca de las malas prácticas en la industria del consumo y la moda, con el fin de lograr que más personas sepan cómo cambiar sus hábitos en pos de la naturaleza y sus habitantes.
-¿Cuándo comenzaste a interesarte en el lado ético de la moda y la causa animalista?
Emma: Mientras era adolescente, viviendo en Suecia como estudiante de intercambio, me alimentaban con carne de venado y alce y me di cuenta que mi incomodidad con esto no era razonable a menos que sintiera incomodidad por la matanza y uso más amplio de animales (comer carne de oveja o vaca o usar sus cueros, por ejemplo). Alrededor de ese mismo tiempo visité Camboya y los talleres de Dorsu, una marca ética que utiliza excedentes de telas, co-dirigida por una mujer que anteriormente trabajó en un sweatshop. Escuchar acerca de las condiciones que existían ahí, ver su vulnerabilidad y honestidad al compartir su testimonio, me golpeó muy fuerte. Creo que una vez que te abres a la consciencia de comprometerme a por lo menos una causa de justicia social, es más fácil expandir ese círculo de compasión. Me tomó un poco de tiempo pero decidí que quería lograr que la industria de la moda fuese una que priorizara la vida, todo tipo de vida sin importar especies, y la vida de la propia Tierra, también.
-¿Qué fue lo primero que hiciste cuando comenzaste a darte cuenta de los problemas que rodean a la industria?
E: En ese momento trabajaba como modelo. Lo primero que hice fue dejar de prestar mi rostro para ayudar a vender cualquier tipo de piel animal, y con el tiempo, lo mismo logré hacer con marcas relacionadas a labores forzadas o condiciones injustas, que no sean sustentables. Lo más importante que podemos hacer todos al aprender acerca de los daños que se le causan a los animales, personas y al planeta en el mundo de la moda es actuar; ya sea de la manera en la que cuidamos nuestra ropa, cómo la adquirimos, cómo hablamos y nos relacionamos con los demás acerca de ella.
-¿Cómo creaste Collective Fashion Justice y cuáles son sus principales características?
E: Fundé Collective Fashion Justice con la meta de crear un sistema de la moda totalmente ético. Es un término que acuñé y que significa que la industria de la moda priorice toda vida, ya sea animal, humana y del planeta, antes que ganancias. No podemos deshacernos de las injusticias dentro de la moda a menos que nos comprometamos a proteger a todos en ella, sin importar su especie. Y así como no podemos mantener la degradación ambiental, no podemos sostener un sistema tan violento y explotativo. CFJ ofrece fuentes educativas gratuitas para el consumo ciudadano, escribimos reportes, lanzamos investigaciones, consultorias con marcas para ayudarles a mejorar y trabajamos a nivel político.
-¿Crees que las marcas se están volviendo más conscientes acerca del daño que causan los procesos para confeccionar prendas y accesorios?
E: Si, pero hay un problema: esas marcas que están y han estado conscientes de las maneras en las que dañan a los animales, a la gente y al planeta por un tiempo, no quieren solucionar nada de lo que pasa. O ninguna actúa con la rapidez que se necesita para los problemas que se demandan. La presión que las personas están ejerciendo sobre las marcas claramente está ayudando, y las marcas están siendo forzadas a cambiar y mejorar si quieren seguir siendo relevantes. Por eso debemos continuar ejerciendo esa presión.
–¿Cuáles son tus marcas/diseñadores éticos favoritas?
E: Siempre amé lo vintage y combinar las piezas que ya tengo antes de comprar otras. Pero si busco nuevas marcas me gustan Sans Beast; el sitio web de curaduría Nois New York también tiene muy buenas marcas y por supuesto, Noskin.
-Mientras participabas en SLAY, ¿qué fue lo más difícil de mostrar para ti?
E: Me involucré en el proceso de investigación de SLAY y como Productora en Australia, donde se filmó el segmento relacionado al mundo de la lana y piel de oveja. La industria de la lana está rodeada de tanto secretismo que es difícil obtener material audiovisual del intenso proceso químico que envuelve el fregado de lana y otros procesos, incluso más difícil que obtener imágenes de las ovejas sufriendo y muriendo, simplemente por lo penetrante que es la crueldad hacia las animales que se involucran en ello.
Mostrar lo generalizada e inherente que es esta problemática en la industria era muy importante. Espero que la historia de Foggy (una de las partes más emotivas a la que nos referíamos del documental), permita a las personas ver que todos esos millones de ovejas que sufren en la industria son preciosas y vale la pena protegerlas como él.