“El shock real lo experimenté cuando me di cuenta que el talento no alcanzaba; siempre hay que tener pitutos. Eso fue lo único que no me gustó de este mundo” nos explica Pamela Bahre. Lee la primera parte aquí.
Fuera del modelaje ¿De qué manera se desarrolló tu relación con la cultura asiática una vez instalada allá?
Por ejemplo, en joyería puedo confeccionar los nudos chinos; estando en Japón me iba a instalar al templo Kamakura, pagaba un taller para aprender a hacer joyas; aprendí también de budismo, en Tailandia arrendaba todos los fin de semanas balsas, aprendí el idioma e incuso hablaba con prostitutas. Desde chica he sido muy independiente, y nunca he tenido apegos materiales, emocionales o físicos; extraño a mi mamá pero hay cosas que debes vivir sola. El estar así tanto tiempo iba en sintonía con mi misión interna.
¿Cuándo decidiste probar nuevas cosas, como la joyería o el diseño de vestuario?
Siempre estuvo la idea rondando, pero como antes debía ayudar a mi mamá, nunca tuve los medios. Cuando logré ganar buena plata, ahorré y decidí repartir dinero en diferentes fondos; mis entradas no se traducían solo en el modelaje. Así logré estudiar durante un año y medio gemología, sin tener que trabajar al mismo tiempo, y ese periodo fue muy demandante; debía saber sobre fórmulas químicas y trabajar con equipos complicados, descansar lo suficiente para estar lista para trabajar cada día en laboratorios especiales.
Modelaje chileno v/s asiático
A menudo escuchamos historias sobre cómo algunas modelos logran triunfar un tiempo en mercados tan lejanos como China. En el caso de Pamela Bahre, el éxito ha sido constante, y por ello también ha tenido más tiempo de comparar las distintas situaciones que ha vivido. “En todos los países donde he estado, apoyan enormemente a las modelos locales y las tratan como celebridades, sin discriminación”, admite de partida. “En Chile solo pasa con algunas figuras y en cambio le dan más atención a las extranjeras”, remata la modelo.
¿Y cómo funcionó eso en tu caso?
Obviamente, cuando llegué a Asia todos querían conocer mi book, trabajar conmigo por ser nueva pero también sabía que debía deslumbrar a todos en el casting; hay divas en todas partes del mundo, pero el ser simpática me abrió muchas puertas. Hay modelos que faltan el respeto a los artistas quitándose el maquillaje que hace poco le prepararon, desarmando el peinado del estilista o criticando el traje de los diseñadores mientras trabajan.
Luego de realizar tantos trabajos en el exterior y de lograr una carrera tan completa, ¿No te afecta un poco el sentir que aquí tu éxito no sea tan reconocido?
No, la verdad es que no me da lata. Creo que lo que me pertenece siempre me ha llegado y me llegará por gracia divina. El tiempo que estoy en Chile me gusta disfrutarlo con mis amigos, familia, hacer mis joyas, pero no me preocupo de promocionarme. Uno de mis mejores amigos, el diseñador Max Gallego, tiene muchos contactos y se que me ayudaría a tener más espacios acá, así como el Pato Araya. Me gusta el lado de la fama por la plata, los contratos jugosos, pero aquí la farándula es media rara; es famosa la chica que sale desnuda en la tele y me daría un ataque cardíaco si relacionan mi nombre con algo oscuro. Si alguna vez me llega la fama nacional, será en un momento preciso y en su justa medida.
Pero en tu etapa en el extranjero, ¿igual te codeabas con famosos o formabas parte de un círculo social definido?
¡Claro! En Hong Kong soy una especie de socialité, hasta el día de hoy como y tomo gratis cuando salgo. He conocido a Kate Moss, David Beckham en un club que era como mi segunda casa, el Dragon-i, donde sus dueños aun me adoran. Conocí a Kobe Bryant, hice un cortometraje con un cantante muy famoso llamado Michael Wong, con quien grabamos en la Gran Muralla China una especie de historia de espías.
¿Cuál ha sido el lugar más deslumbrante que has visto en tus viajes?
Todos tienen su encanto, pero me gustan mucho las islas. Phi Phi Islands o Phuket en Tailandia, Boracay o Palawan en Filipinas, esta última un área especial porque 1.600 especies protegidas del mundo de un total de poco más de 3.000 se encuentran en ese lugar. No pueden llegar aviones a esa zona, no puedes llevar shampoo, hasta el papel higiénico es fabricado ahí mismo. También me gustó mucho Grecia, Chipre, Sudáfrica, donde viví por dos meses.
Sobre gemas y life couching
La vida de Pamela ha sido tan variada como su propia energía; siempre está buscando algo nuevo para conocer y experimentar. Sus últimos estudios se relacionan con la gemología, y ya tiene su marca propia de joyas a medida: Ovex. Además, se transformó en la primera meta couch chilena. “En el fondo, siempre estoy estudiando algo y me voy a morir estudiando”, asegura.
Hablemos sobre tu etapa como diseñadora de joyas.
Mi marca se llama Ovex, es una transformación de un apodo que tuve desde niña: antes que muriera mi papá, él me decía “ovex”. Seis años atrás pensé en hacer algo más que el modelaje, y siempre me gustaron las joyas. Necesito trabajar en algo que amo, pues vivo bajo los conceptos de la excelencia y la integridad. Lo pensé durante mucho tiempo y decidí cursar Joyería Fina; para mi sorpresa, tengo talento y soy rápida, así que al segundo mes ya podía confeccionar mis propias joyas. Si tienes imaginación puedes hacer algo increíble. Mis joyas son muy personales, y los modelos son exclusivos y únicos para cada persona. Antes de hacerlas, me reúno con mi cliente y conversamos, le pregunto ¿Qué quieres sentir cuando uses mis joyas? De acuerdo a eso, creo un perfil psicológico y luego diseño los modelos.
También hice un curso de apreciación de joyas, donde descubrí que existía una carrera especial para estudiar las gemas. Me fui al Gemological Institute of America, uno de los más prestigiosos del mundo, y allí estudié. Mientras más aprendo de las joyas, más me enamoro de ellas.
¿Serían las joyas tu futuro definitivo después del modelaje?
Siempre estoy estudiando nuevas cosas, aprendiendo harto. Lo último que hice fue un curso de chino, también realicé un entrenamiento para convertirme en life coaching. Todo el mundo tiene lo necesario dentro de sí para triunfar en la vida, y como life coach puedo ayudarte a ver lo que te impide hacerlo. Me entrené con Michael Hall, quien creó un programa de meta couching, un sistema que va más allá de la programación neurolinguística, y me convertí en la primera meta couch chilena. Lo que hago es un couching más espiritual, de vida. Me ha tocado hacer charlas de belleza en Avon de Filipinas, amigos me llaman para hacer charlas con ejecutivos, etc.
Si tuvieras la oportunidad de hacer una nueva editorial, escogiendo al fotógrafo de tu gusto y marca con la cual trabajar, ¿Cuáles serían tus opciones?
El único sueño que me quedó rebotando en mi carrera como modelo fue el hacer una campaña de Guess. Me encanta esa marca, Paul Marciano; es un diseñador muy atrevido. Y en cuanto a fotógrafos, con la Annie Leibovitz. Acá en Chile, si pudiera hacer algo haría dos últimos trabajos: agarraría a la Nina Mackenna con el Renato del Valle y haría un especial de belleza. También me encantaría que María Gracia Subercaseaux y Rodolfo Lértora me hicieran fotos al natural, donde pudiera mostrar mi alma más que marcas de ropa.