Cuando emergió a mediados de los ’90, The Prodigy parecía mezclar tantos géneros como estilos en su imagen. Pero con Keith Flint como vocalista, quedó claro desde el principio que esta no era una banda común y corriente. Flint unía punk, rebeldía, maquillaje y por supuesto una actitud inolvidable que unida a su original look, cimentó lo que sería la música electrónica de esa década. Hoy a los 49 años, se anunció la muerte de Flint, quien fue encontrado muerto ayer y aunque aun se desconocen oficialmente las causas, Liam Howlett, su compañero de banda, anunció que podría tratarse de un suicidio.
En 1996, The Prodigy lanzó su tercer disco, The Fat of the Land, con el cual se dieron a conocer en todo el mundo. Bajo ese disco apareció el hit Firestarter, que dio inicio a la Prodigymania, liderada por el oscuro estilo de la banda. Catalogados como pioneros del rave/house, los británicos sabían aprovecharse de su nueva imagen y así lo vimos en sus videos. A Firestarter le siguió Breathe -video que ganó premios MTV en 1997-, pero además ese clásico perturbador llamado Smack my bitch up, dirigido por Jonas Akerlund. En él, una historia en primera persona nos lleva a ver stripers, vómito y vicios al mismo tiempo, revelando un incómodo final.
La figura de Flint ya era reconocida por todos a fines de los ’90. Cabello siempre teñido y cortado dejando a los costados una forma que nos recordó el new wave de A flock of seagulls, su famoso sweater de estrellas y líneas además de sus piercings. Apareció en imágenes junto a famosos como Robbie Williams, los hermanos Gallagher de Oasis, también tuvo romances con figuras televisivas británicas y hoy estaba casado con una DJ japonesa, Mayumi Kai. Compañeros de banda, colegas como Ed Simmons de The Chemical Brothers y otros se sumaron a los recordatorios y homenajes a Flint, quien siempre será recordado por esa diabólica y original imagen que mostró en Firestarter.
Fotos: Rolling Stone, Zimbio.
