El Grand Palais de París lucía destruido, con estructuras de edificios asomándose en su escenografía y asientos al más puro estilo de una iglesia. Esta mirada apocalíptica estuvo ad hoc con la colección presentada, donde Karl Lagerfeld decidió probar para Chanel un futurismo de alta costura.
Telas metalizadas, vestidos igualmente románticos pero hombros en punta. Así se vio la versión de la marca francesa más famosa de todas en una pasarela que incluyó el cierre por parte de Erin Wasson, quien caminó con un traje color blanco de larga cola con un fondo pintado de ciudad tecnológica, donde los restos de la humanidad aparecen en forma de edificios.
Esta vez los trajes de tweed en dos piezas no fueron completamente los protagonistas; Lagerfeld asomó su veta más óptica al utilizar estampados geométricos y también brillos holográficos y el color gris como recurso base de vestidos cortos, trajes largos, chaquetas y minimalismo. Pero un minimalismo que parece salido de una película de ciencia ficción.
