Un espectro amplio de personajes, provenientes de campos igual de diversos han adquirido sus impecables trajes en Savile Row: políticos como Winston Churchill, Charles de Gaulle y gran parte de la realeza británica; figuras de Hollywood como Jude Law y Daniel Craig; connotados del deporte como Mohammad Ali e incluso personajes de ficción como el máximo héroe romántico de la literatura, Mr. Darcy, han paseado por esa calle mítica londinense para comprar en alguna de sus tiendas un traje a la medida, hecho especialmente para ellos, con los mejores materiales y cuya confección los ha hecho mundialmente reconocidos.
La relación entre esa área de Londres (ubicada en el distrito de Westminster, uno de los más tradicionales de la capital inglesa) y el vestuario masculino se remonta al 1600, época en donde se fabricaban en sus alrededores los típicos cuellos isabelinos de mucho volumen, llamados cuellos de lechuguilla, lo que era la usanza de la época para hombres y mujeres. Luego, en el siglo XVIII, fue una zona residencial especialmente creada para militares y sus familias. Paulatinamente, durante el siglo siguiente, el sector fue siendo tomado por pequeños sastres, algunos ubicándose en sectores aledaños y otros en la misma Savile Row. En 1846, Henry Poole abre una segunda entrada a la satrería que había heredado de su padre en el número 32 de dicha calle y es ese el que se marca como hito fundacional de Savile Row como una calle de sastres.
A pesar de que tradicionalmente se piensa en Savile Row como una calle guardiana de la tradición, de un gusto más bien clásico y refinado, luego de la segunda guerra mundial, Inglaterra, más específicamente Londres y puntualmente Savile Row, se convirtió en el epicentro mundial de la moda masculina, ayudando desde sus vitrinas a empujar hacia veredas menos exploradas y clásicas el estilo de los hombres, sugiriendo nuevas formas y colores hasta ese entonces inusitadas. Los sastres de la afamada calle londinense, ayudaron a perfilar estilos como el de la banda británica The Beatles (que valga decir tenían sus cuarteles en el número 3 de Savile Row) durante los ’60 y, en los ’70 en sus escaparates se exhibía la excéntrica estética “peacock”. En lo venidero, y repentinamente, Savile Row perdió su seguridad en decirle al mundo en como vestirse de un modo original, y volvió a sus raíces de conservadurismo. Desde los ochenta, y hasta nuestros días, las sastrerías de Savile Row muestran sólo líneas simples y proporciones tradicionales.
Hoy por hoy, los sastres de Savile Row se han visto dramáticamente reducidos en número. Según Giorgio Armani: “no le han tomado el pulso a los tiempos actuales” y atraviesan por las dificultades ya comunes que generan las tiendas de Fast Fashion, obligando a marcas tan prestigiadas como Ozwald Boateng, Richard Anderson, Norton and Sons y otras a masificar sus líneas “ready to wear”, para poder de alguna forma competir con los grandes retailers. Un traje en alguna de las sastrerías de Savile Row, puede costar entre $900.000 y 2 millones de pesos, pero es una inversión que de seguro durará para toda la vida. Esta calle londinense necesita reencontrarse con su habilidad de refrescar la escena fashion masculina. Sin duda, la influencia de Savile Row ha traspasado generaciones y muchas de esas formas y proporciones que vemos hoy en las pasarelas, en esta suerte de revaloración del traje visto en las semanas de la moda masculinas, es en gran parte herencia de los sastres de la connotada calle inglesa.