Disfrutar de un desfile, una colección o una producción de moda, puede ser un ejercicio válidamente frívolo, divertido y solamente de goce estético. Todos nos sentamos a observar cada
cierto tiempo las nuevas propuestas, sobre todo cuando son de casas de moda o diseñadores y
diseñadoras quienes atienden al éxito mediático de algún -cada vez más pequeño-, instante en el
tiempo. Pero detenerse a observar un desfile con conocimiento de la historia de la Casa, sus
creadores originales y las visiones estéticas e incluso políticas que los inspiraron, nos abre un nuevo ojo para apreciar sus propuestas y entender sus decisiones. Las y los modelos son los encargados, al menos en el momento en que se desarrolla un desfile de colección, de encarnar el espíritu de la casa con sus discursos, ideas e intenciones de intervenir los conceptos estéticos, y es ahí donde los y las modelos debiesen representar lo que las Casas o
diseñadores quieran mostrar, tanto para vender como para discursear.
En el último desfile de Masion Margiela Spring / Summer 2020, la atención se centró en Leon
Dame, un modelo alemán de 20 años que anteriormente ya había participado en el desfile creado
por John Galliano para Masion Margiela Fall Couture 2019, donde fue el encargado de cerrar el
show. Su peculiar forma de caminar en unas botas negras con tacones altos de estilo militar, hizo que todo el mundo se volviera loco e incluso criticara su concepto de catwalk en la pasarela,
generando notas en revistas como Vogue o Elle Magazine, volviéndose viral y generando
especulaciones de lo que podría o no haber dicho Anna Wintour al respecto.
Pero ahí de nuevo, el error de las criticas sin mayor contenido. Leon Dame fue capaz de revivir el espíritu de la Casa Margiela, una casa que se ha caracterizado desde sus inicios en la
deconstrucción de los modelos estéticos sobre los cuales la moda y el “Deber Ser“ tendrían que ser. Masion Margiela se ha caracterizado siempre por romper las formas de ver la moda, apreciar la moda, vivir la moda e incluso producir un desfile de colección, como su primer desfile en 1989 que fue realizado en un jardín de niños y que a mucha gente le molesto pero a muchos encantó. O su chaleco confeccionado con platos quebrados, o sus propuestas exaltadas de desgaste, o su
democratización del diseño encarnada en el chaleco construido con calcetas que se exponían con un manual de confección para poder realizar en casa las veces que quisieras.
Margiela, más allá de caracterizarse por su estilo deconstructivista, neo- conceptual o post-
contemporáneo, fue un incitante creador de la anti- moda, sobre todo en una época donde las
súper modelos estaban dictando los “súper” lineamientos del deber ser de la industria. Leon Dame interpretó el espíritu poco convencional de Martin Margiela. Ya los tacones -que repetidamente y con afortunada naturalidad pero con agotadora reiteración vemos en hombres-, dejan de ser un símbolo de elegancia pragmática y estilismo excesivo. Abandonan el concepto de
feminización y se instalan en la rabia, el cuestionamiento y lo bizarro. Mismo espíritu que
anteriormente encarnó Teddy Quinlivan, la primera modelo trans en ser rostro para Chanel y que
fue unos de los rostros elegidos para el perfume MUTINY de la casa, que encarnaba el espíritu
rebelde de Margiela.
Aún siguen comentarios acerca del caminar de Leon Dame al cierre del último desfile de Masion
Margiela: que no es correcto, que es bizarro, que no es elegante, pero justamente ese ha sido el
sello de Masion Margiela, un lugar donde el deber ser y el buen gusto son puestos constantemente en juicio, abriendo más posibilidades a la moda para avanzar en el ejercicio
constante de su reinvención. Apreciar la moda significa atender y observar la historia de ésta. La moda no es capricho, es la representación de discursos de identidad, sobre todo en aquellos diseñadores que se encargan de vivirla de ese modo. Todas las casas tienen historias y las posteriores colecciones están cargadas de símbolos, imágenes, ideas y decisiones que representan los ideales de sus creadores. Tal vez para Leon Dame fue solo un ejercicio desde su profesión, pero queda claro que para la Casa la decisión no fue casual y encarnó la visión de Martin Margiela como cuestionador, trasgresor y destripador de la moda.
