La Corporación Cultural de Quilicura se ha instalado como pionera al incorporar a su programación, diferentes instancias de inclusión. En este caso, un taller logró poner al maquillaje social al servicio de personas transgénero. Marcelo Bhanu, el reconocido maquillador que ha participado en editoriales, programas televisivos y workshops en distintos lugares, fue el encargado de dictar este curso y aquí le preguntamos todo acerca de esta original experiencia.
– ¿Cómo se te planteó dictar un taller sobre maquillaje para personas en transición de género y cuál fue tu reacción inmediata?
En primera instancia, significó repetir un taller que había dictado en la Corporación Cultural de Lo Prado el año pasado, donde les enseñaba a personas de la comuna técnicas de maquillaje social que les sirvieran para acercarse al tema, lo cual servía también a personas que tenían salones de barrio y fuera un servicio que pudieran dar además de peinar. Ese año, había intentado comunicarme con casi todas las organizaciones trans y gays que pudieran ayudarme con la implementación de esta taller para personas en tránsito, pero ninguna quiso ayudarme con la idea, de hecho no respondieron correos ni sus propias redes de contacto. Una de estas fundaciones me dejó con el taller listo, con todo armado para la primera clase y no llegaron, nunca me respondieron el celular para saber que les había pasado o para saber por qué no llegaron. A comienzos de este año o quizás en marzo, el Director de la Corporación Cultural de Quilicura, Mauricio Novoa, me contactó para que nos juntáramos y viéramos la opción de implementar este taller en Quilicura. Mientras conversábamos, me acordé que la comuna tiene un departamento relacionado con la diversidad, entonces le propuse que mejor quería hacer ese taller que no había podido implementar y con el cual ninguna organización LGBTIQ+ quiso ayudarme; así que partimos con la idea y viendo la mejor manera de implementarlo, nos juntamos varias veces a conversar, además de hacer reuniones con más gente del municipio para que entendieran qué es lo que yo quería hacer y por qué quería hacerlo.
– Cuéntanos en qué consistían las clases.
El taller lo armé considerando un número de seis a siete clases de tres horas cada una. Lo implementamos los días sábado, porque es un día que yo tenía destinado para hacer estas clases y porque es un día donde las personas no siempre tienen obligaciones laborales o académicas. El formato es muy simple: partimos desde lo mas “básico”, como lo es el preparar la piel antes de maquillarse y desde eso vamos agregando secuencias para que todo lo que aprendieran fuese lógico y claro. Todas las clases eran demostrativas – prácticas, dándoles el tiempo a cada uno de los participantes para poder resolver sus dudas de manera personal y con el tiempo requerido. Traté que fuera lo más personalizado posible, que no sintieran que estaban perdiendo el tiempo o que sus dudas no eran resueltas.
– ¿Cuántos alumnos atendieron tus clases y cómo fue la evolución que tuvieron de acuerdo al maquillaje?
Partieron cerca de quince, pero con el paso de las clases algunos se fueron, volvían, se iban otra vez… Igual para mí era un factor que consideraba, porque es un grupo de personas que no necesariamente tiene tiempo libre para venir tres horas a “aprender a maquillarse” y para quienes quizás esto no es una prioridad en sus vidas. Lo que fue impactante para mí fue ver cómo desde la primera clase, donde con suerte hablaban o demostraban interés, de manera paulatina iban abriéndose, siendo más participativos, preguntaban sobre lo que les mostraba, entonces de esa manera me daba cuenta si estaban prestando atención a lo que decía o a lo que les quería enseñar. Empezaron a conversar, a reírse, a tirar tallas, se fueron conociendo entre ellos y algunos están pensando en seguir generando instancias de educación sobre el mundo trans para que haya una mayor y mejor visibilidad del tema; eso para mi fue mucho más importante que si aprendieron o no a maquillarse bien.
– ¿Cuáles eran las dudas o preguntas más recurrentes en tu clase por parte de los alumnos?
Muchas de sus dudas tienen que ver con la elección de una base, sobre el color apropiado o la cobertura del producto. Mucho de esto es lógico, porque tienen que “crear” un look para que la gente los vea en su vida. En el caso de los hombres, tienen barba y vellos, la cual al afeitarlos y colocar una base de maquillaje “cambia de color” y hace que su rostro se vea verdoso o gris. Además están acostumbrados a usar productos muy densos y con coberturas súper densas porque buscan que su piel se vea “lisa y perfecta”. También hay que considerar que no siempre hay alguien en el círculo más próximo o cercano que les enseñe cómo maquillarse o cómo se debe hacer; algunos no tienen una relación con sus familias, entonces la educación sobre como maquillarse no es una prioridad; además, terminan imitando formas o looks sin saber cómo hacerlo de acuerdo a sus habilidades o necesidades.
– ¿Qué es lo que más te gustó acerca de esta experiencia?
Sentí un real amor y cariño por parte de todos los participantes. Me encantó mucho ver cómo se abrieron, cómo se empezaban a reír, cómo se comunicaban entre ellos; eso creo que fue algo que no consideré al momento de hacer el taller. El hecho que ciertas cosas para mí eran normales o muy cotidianas y para ellos no, significó darme cuenta que gestos o cosas sin importancia para mi eran súper importantes sin serlo.
– ¿Sientes que esta actividad acerca de alguna manera a la sociedad con un tema que antes era casi tabú? ¿Qué le dirías a las autoridades para tratar de replicar la experiencias en otras comunas?
Es un tema que hablamos con las personas encargadas del departamento de diversidad y con las y los participantes del taller. Es súper importante la visibilización, la educación y sobre todo, es mucho más efectivo -para mi punto de vista-, el hacer y generar cosas a menor escala. Por ejemplo, este taller tuvo un impacto concreto, real y tangible en las personas que participaron, generó un real cambio en todos -trans, departamento de diversidad, yo-, a diferencia de cuando se trabaja marchando o discutiendo por leyes que lógicamente son importantes, pero su impacto no siempre genera un cambio inmediato ni mucho menos ayuda de manera puntual a las diferentes necesidades de las personas.