Con solo 28 años, Lena Dunham (directora, guionista y protagonistas de la serie Girls) ha logrado transformarse no solo en una de las grandes promesas de la televisión, sino además en un ícono de estilo sin querer serlo. No se viste con las últimas tendencias ni sigue un patrón de estilo específico; se viste como quiere, no busca encajar en el prototipo de “mujer Barbie” que Hollywood parece exigir para estar frente a las cámaras y no tiene miedo a la exposición de su cuerpo ni de sus pensamientos. Eso ha quedado más que claro con las temáticas y la manera de desarrollarse de la serie y aún más cuando se le ve en alfombras rojas o eventos siendo absolutamente consecuente con lo que expresa. La Carrie Bradshaw alternativa, la real habitante de Brooklyn, New York, la chica de verdad.
Todos tienen una opinión sobre ella. Hay quienes alaban su manera atrevida y poderosa de decir no a una industria tan potente como la de Hollywood y elegir la manera cómo quiere verse y también están quienes desaprueban su imagen diciendo que se viste para desfavorecerse, no sacarse provecho y llamar la atención. Uno de sus más recordados looks fue el Giambattista Valli que utilizó para los Emmy: una falda voluminosa llena de volantes fucsia y rosados y una blusa de gasa blanca. Ante las críticas, Dunham solo declaró a través de Twitter: “Se ve como un pastel y se siente como unos pantalones deportivos”. Aún así, las marcas de moda quieren vestirla. Se ha transformado, de alguna manera, en la carta de ciertas firmas para demostrar que sus diseños son para todos, admirando su independencia y su personalidad.
Ella misma ha dicho que le encanta la moda, “... pero me dan igual las listas de las mejor o peor vestidas. Siento un perverso placer cuando me dicen que voy horrible. Escojo a los diseñadores que me encantan para que me hagan vestidos que me gusten y los llevo, y eso me entusiasma, independientemente de cuál sea la reacción“, declaró hace algún tiempo, dejando en claro que usa lo que quiere porque le gusta la prenda, no necesariamente como los demás la vean en ella.
Aún así, con todas las críticas sobre ella, logró una portada en Vogue, la que por supuesto no estuvo exenta de polémica por el uso de photoshop. Su tesis sobre el cuerpo y la moda se basa en no silenciarlo: “Esto para mí es una especie de declaración política. Sé que a mucha gente le puede molestar, que no quiere ver cuerpos como el mío o como el suyo propio. El mío es así y no vivo mortificada por ello”. Su confianza en sí misma, su gran sentido del humor y sus ganas de mostrarse al mundo tal cual es son sin duda los factores que la han llevado a destacar por sobre otros iconos de la televisión. Nunca ha querido ser un ícono ni transformarse en la fuente de inspiración de otras personas, pero ya que lo es le alegra serlo de esa manera, demostrando que ser quien eres -en el más puro sentido de lo que eso significa- es finalmente lo que te puede llevar a cumplir tus sueños.
Imágenes: MarieClaire / HuffPost / DailyMail /