Dario Argento estableció un nuevo precedente visual con su giallo en “Suspiria”, mientras Woody Allen hizo lo mismo con el blanco y negro de “Manhattan”. Pero quizás la estética nunca había tomado tanta importancia como en las películas de Wes Anderson, el director de “ The Royal Tenenbaums” o la más reciente, “The Grand Budapest Hotel”.
Elementos relacionados con el vintage –música de los ’60, decoración de los ’70–, personajes vestidos de manera muy singular –utilizando marcas icónicas como Adidas o Lacoste–, y fábulas que mezclan el cine familiar con las historias muy personales, se unen en elencos multitudinarios que a nadie dejan indiferente. Desde la alianza de Anderson con los hermanos Wilson –Owen co-escribió “Bottle Rocket”, “Rushmore” y “The Royal Tenenbaums”–, hasta la resurrección que le dio a la carrera de Bill Murray, quien en cada película de este autor enfrenta un nuevo rol y con ello, un nuevo estilo a la hora de vestir.
Pero no solo el vestuario de los personajes se pone en evidencia; Anderson explora diferentes paisajes bajo la mirada única de la cinematografía de Robert Yeoman, quien ha participado en todas las películas de este director y además, en otras como “The Squid and the Whale”. Milena Canonero, la legendaria vestuarista, ha estado al servicio de las películas de Anderson así como Karen Patch, demostrando que sin importar el estilo propio de quienes se involucran en sus proyectos, Wes Anderson sabe qué dirección estética deben tomar, apropiándose de la misma.