Cada año, son miles los estudiantes chilenos que viajan al extranjero a cursar un semestre
universitario. El diseñador tras la marca @capitolio_ y ex participante de VisteLaCalle Catwalk, Paulo Rodríguez, es uno de los que decidió tomar su maleta y aumentar su experiencia laboral y cultural fuera de Chile. Así, durante inicios de 2018 y aprovechando una beca otorgada por el Banco Santander, viajó hasta la Universidad Anhembi Morumbi de São Paulo, Brasil para cursar su séptimo semestre de Diseño de Vestuario. En la siguiente entrevista @rodriguezpaulo_, nos cuenta su paso por el país de la samba, analiza la industria de la moda en Brasil, enfatiza en las principales diferencias que encontró en relación al diseño de vestuario impartido en Chile y con su historia motiva a todos aquellos que quieren saber más de este tipo de experiencias.
¿Por qué decidiste participar de un intercambio?
Porque el intercambio era un desafío. Quería salir de mi zona de confort y poner en práctica lo aprendido durante mis años de estudios acá en Chile. Fue una decisión que no pensé dos veces, por el hecho de poder vivir y conocer cómo se desarrolla la industria en una de las capitales de la moda más importantes.
¿Siempre estuvo en tus planes?
La verdad sí, desde primer año quise postular. Encontraba que así expandería mi forma de ver la vida, explotaría mi curiosidad y sobre todo, me aportaría en el ámbito profesional.
¿Por qué Brasil y no otro país?
Estaba entre España o Brasil. La primera fue descartada ya que mi universidad no tenía convenio con universidades que impartieran la carrera de diseño de modas como tal. La segunda opción me llamaba la atención, ya que había estado de vacaciones en Brasil y me hacía ilusión aprender un idioma nuevo, descubrir y experimentar un lugar lleno de colores, sabores y multiculturalidad. Además, en Brasil estaría en una de las capitales de la moda más importantes.
¿De qué se trataban los cursos que realizaste allá?
Durante mi estadía en la Universidad Anhembi Morumbi, tomé cursos de experimentación textil, donde la reutilización de materiales era el objetivo principal. Estuve en un proyecto experimental enfocado a la inclusión social donde desarrollé, en conjunto a un equipo de compañeros, una colección para niños con síndrome de Down, utilizando sus debilidades corporales para realizar una propuesta enfocada a la actividad física. Por otro lado, tomé ramos que se enfocaban en la creación de imagen, donde se estudiaba, planteaba y proponía cómo visualmente las marcas llegarían a los clientes. Todo esto, se complementaba con gestión, marketing y negocios de moda. Sabemos que parte de tu tesis se inició en este intercambio en Brasil, cuéntanos de
qué se trata y en qué te inspiraste…
El hecho de que todo en aquel lugar fuese nuevo, llamó mi atención y me llevó a observar y
no solo mirar. De esa forma logré identificar patrones repetitivos dentro de la sociedad, las calles y la forma de comunicarse. Es así como al llegar a un país totalmente sexualizado y “libre”, fui enfocando mis intereses en la comunidad LGBTQI, la cual es muy diferente a la de acá. Allá cada quien es libre de expresarse, vestirse y ser como quiera, en la sociedad las personas trans no son miradas raras, los hombres femeninos no sufren agresiones y la ropa pierde su género. Hechos muy alejados a lo que pasa en Chile. Lo que sucedía en Brasil, me comenzó a absorber y se convirtió en un tema muy personal, que desencadenó en un proyecto que compara la comunidad LGBTQI de Brasil versus la de Chile. Todo esto, se verá plasmado en mi próxima colección que saldrá a la luz en el mes Marzo.
En relación a la moda, ¿pudiste realizar algo concreto en Brasil?, alguna producción, colección, editorial…
Sí, realicé una producción enfocada en la tendencia “no gender”. Fue realizada junto a un grupo de compañeras. La ropa se confeccionó en equipo, el maquillaje lo hizo una compañera y yo me encargué de la fotografía, edición y estilismo. En esta, se plasma el quiebre del género de la ropa, mezclado con las calles de la ciudad, generando algo muy urbano.
¿Cuál es la principal diferencia entre el diseño de moda que se imparte en Chile con
el que se enseña en Brasil?
La diferencia más grande que logré identificar fue que las escuelas que imparten moda (que son muchas), están al tope de alumnos, ya que hay un gran interés por parte de las personas. En la universidad que yo estudié existía horario matutino, tarde y vespertino y cada curso tenía de 30 a 40 alumnos. Realmente habían muchas personas y la competencia dentro de la sala de clase era muy fuerte.
Otra diferencia que logré apreciar fue que las escuelas potencian a sus alumnos al máximo. Esto a través de concursos nacionales, exposiciones e incluso un segmento del São Paulo Fashion Week. Además los alumnos son formados desde el comienzo con nociones de mercado, público objetivo y el desarrollo de un producto comercial. Por último y para disminuir la contaminación actual, crean conciencia en estos nuevos talentos, conciencia sobre la importancia de generar el menor desperdicio de material.
¿Y alguna diferencia en relación al mercado?
El mercado de la moda en Brasil está en constante búsqueda de nuevos talentos, para ser diseñadores o “directores creativos” de marcas importantes. Es por esto que grandes marcas se asocian con universidades para otorgar materia prima para el desarrollo de proyectos institucionales, los cuales luego pueden ser explotados a nivel comercial.
Desde tu mirada, ¿cómo ves la industria de la moda en Brasil?, ¿cuáles son los pro y los contra?
La moda en Brasil es una industria gigante, donde existe público para todo, desde los que visten solo de prendas básicas, los consumidores de marcas experimentales, las adictas a la moda playa (que allá si es una propuesta muy fuerte), los consumidores de tendencias, las marcas no gender y más. Se permiten hacer lo que quieran, como quieran y cuando quieran.Un punto en contra muy importante, es el nivel de desperdicios que se generan a diario solo en São Paulo, los cuales llegan a ser 20 toneladas diarias tiradas en las calles de los barrios de Brás y Bom Retiro (barrios de producción y confección textil). Esto genera un impacto medio ambiental que no se ve cuando hablamos de moda.
¿Crees que es importante que un diseñador estudie al menos un semestre fuera?
El hecho de aprender nunca está de más, porque uno nunca termina de hacerlo. Lo favorable de estudiar fuera es que te permite ampliar tus horizontes, inspirarte, observar y disfrutar. Además te genera una necedad a descubrir cosas nuevas. Creo que quien tenga la posibilidad de estudiar en otro país, no se arrepentirá nunca.
¿Qué aprendiste en este viaje, que tú crees que no podrías haber aprendido acá?
Más allá de aprender cosas impartidas por la universidad, fue el hecho de desarrollar un
poder de confianza en mí y por sobre todo, tener la convicción y decisión de iniciar todo
desde cero.
¿Recomendarías esta experiencia?
Definitivamente sí, es algo que repetiría una y mil veces más.