Tenía que ser un japonés el que le diera la cuota de espectáculo y originalidad a alguna de las citas de NYFW, una semana de la moda plana y como nunca, muy falta de emociones reales. Sí, hay grandes marcas y talentos en su calendario, pero sin importar sus propuestas, de alguna manera no ha logrado convencer esta temporada, más incluso que en años anteriores. Así que lo del japonés -que recuerda un poco esa revolución de principios de los ’80 con grandes nombres provenientes del país oriental-, desembarcó con todo en la gran tienda de Marc Jacobs.
El show tuvo todo tipo de estímulos: primero, fue Katie Grand de Love magazine, estilista de Jacobs, la que decidió armar el desfile y convocó a Pat McGrath, Guido Palau y otros colaboradores de la firma y de su propio trabajo. Segundo, los rostros famosos y las modelos reconocidas no se hicieron esperar. Allí estaban Gwendoline Christie -quien ya había desfilado para Vivienne Westwood-, Rowan Blanchard, Karen Elson, Bella Hadid. Todas en trajes de gran volumen, estilos coloridos y editoriales que difícilmente podrían llevarse de manera práctica, pero que de alguna manera nos hicieron olvidar que Nueva York es cada vez más la semana del aburrimiento que de la moda.
Koizumi se graduó en Japón el 2012 y fue reconocido luego que vistiera a varias celebridades musicales, incluyendo a Lady Gaga en 2016. Ahora se vino con maletas y trajes de archivos a Nueva York, para presentar su colección más voluminosa y dar con ese estilo inspirado en animé y colores, uno que tanto le gusta.
Fotos: Runway.
