En 1999, la casa de modas de Christian Lacroix marcaba su último hito al servicio de la alta costura. El diseñador del mismo nombre y creador de la firma, caía en problemas financieros con su marca y antes de cederla impuso su último show en pasarela. A través del mismo, recordó sus mejores momentos, incluyendo la famosa falda “Le Pouf” que ideó en 1987.
Estudiante de arte y amante del barroco, Lacroix impregnaba cada colección con un sentido que evidenciaba los estudios del mismo creador. Etapas como el renacimiento y la invasión española se unían a las siluetas que creó para sus mujeres, donde destacó el top de cruz en joyería que adornó la portada de Vogue en 1988, la primera de Anna Wintour al mando. Pero la falda Le Pouf dejó su huella a través de la idea de un ruedo en forma de globo, algo que desarrolló luego que Pierre Cardin inventara el look a fines de los ’50.
La falda Le Pouf adornó vestidos metalizados en dorado y lamé, otros de inspiración mediterránea y alta costura al por mayor, además de otros más juveniles y coloridos. A pesar de su retiro del mundo de la moda, Lacroix siempre será recordado por sus creaciones, por la falda Le Pouf y pronto por introducir la primera colección cápsula para revivir a Schiaparelli.