Lo inesperado en la moda llegó de la mano de la experimentación de los años ’60. Fue en esa década cuando vimos la entrada del metal y las piedras preciosas directamente aplicadas a las propuestas de Paco Rabanne o el plástico de la mano de otros del Space Age como Pierre Cardin. Sin embargo, en 1969 fue Yves Saint Laurent el primero en incluir un sorpresivo factor en la indumentaria femenina: moldes de cobre del cuerpo como parte de vestidos de alta costura.
La escultora Claude Lalanne formaba parte de los artistas favoritos de YSL y Pierre Bergé, cuyas obras se desplegaban en sus casas. Así, el diseñador francés le comisionó una colaboración transformando el metal como cobre en pequeños trozos de cuerpo y arte usable: Verushcka fue una de las modelos escogidas para formar el patrón de uno de los trajes. Los dos ejemplares, que mostraban senos y abdomen en forma de cobre, aparecieron en la colección HC de 1969, causando sensación. Pronto otros diseñadores se atreverían y así vimos el bustier de plástico duro en colores que Issey Miyake introdujo en la temporada F/W 1980, el mismo que popularizó Grace Jones.
Más allá del estilo Too Funky de Thierry Mugler –quien siempre experimentó con materiales y nos entregó esculturales trajes y piezas desde fines de los ’80-, la moda artística tomó rumbo con nombres como Alexander McQueen y el joyero Shaun Leane, quien fabricó para el inglés piezas como el corset Coiled de la colección 1999 y el corset de plexiglass y mariposas de 1998 para Givenchy. En 2001, Tom Ford estaba al frente de YSL y decidió homenajear a la casa lanzando un nuevo bustier en color negro, mientras Francesco Scognamiglio el 2014 y Jeremy Scott el 2012 siguieron el camino antecedido por los grandes nombres que fueron pioneros.
Fotos: zimbio, runway.