Que Galliano fue reemplazado por Raf Simons, que Pilati por Hedi Slimane mientras Ungaro todavía no revive. Rumores, escándalos y nuevas contrataciones han llenado la página de la moda de los últimos meses, pero hoy el golpe lo dio la casa Balenciaga, cuando anunció la partida de su diseñador, Nicolas Ghesquière, quien cierra el ciclo el 30 de noviembre.
Asumió en 1997 un puesto cuyo peso y tradición no era para menospreciar, a los 25 años se convirtió en el componente ideal que revitalizó la fama del clásico nombre español de la moda. Con Balenciaga, el francés actualizó estampados y volúmenes, además de lanzar otros artículos que se dispararon en popularidad a mitad del 2000: el bolso Biker de la firma era el más codiciado el 2004, y cantantes, modelos o actrices lo llevaban en todos los colores colgados de su brazo.
Las musas también jugaron un rol especial en la magia de esta etapa. Charlotte Gainsbourg y Jennifer Connelly se convirtieron en los amuletos de la suerte de campañas publicitarias, alfombras rojas y eventos donde se atrevieron antes que nadie, a llevar la intrincada alta costura de la marca, la misma que impuso vestidos floreados con hombreras tipo rugbista o largas sandalias de cordones hasta la rodilla. Con Ghesquière, la firma comprobó que la frescura viene de la mano de la vanguardia, pero la vanguardia que se puede usar. Impuso nuevamente la chaqueta de invierno con lana de oveja, o el estilo mod y las chaquetas barril. Puso de moda el blazer azul con un pañuelo al cuello, y vistió de rojo profundo a Nicole Kidman, mientras también jugó con el color block en zapatos estilo Lego. Por eso, la partida del diseñador ha sido una de las más sorpresivas, y muchos ya especulan cuál sería su próximo paso a dar.
