“La introduje a la cerveza y ella me introdujo a Bulgari”, decía siempre Richard Burton cuando hablaba acerca de la predilección de su esposa, Elizabeth Taylor, por las joyas más exquisitas del mundo. En esta exclusiva tienda italiana, Burton adquiría varias piezas que regalaría a Taylor en cualquier momento, las que además representan un gran valor histórico. Hoy, las piezas de joyería de Elizabeth Taylor forman parte del gran mito de la inglesa y no son pocas las que sobresalen.
Pero no solo Burton sería el responsable de convertir a Liz en una coleccionista incurable de joyas. Su tercer esposo, Mike Todd –quien moriría en un accidente de avión en 1959-, comenzó su afición regalándole joyas en cualquier día del año. Así partió con el collar y aros Cartier llamados Ruby Suit, los que Taylor usaría famosamente para nadar en la piscina. Luego siguieron tiaras de diamantes y los aros candelabro que Todd mandó cambiar por diamantes en 1957.
Sin embargo, quizás el más famoso de los hombres de la actriz en su vida fue Richard Burton, el que además le regaló las más famosas piezas de su colección. Casada dos veces con él, Taylor disfrutó de caminatas y sorpresas que venían con cajas de Bvlgari varias veces al año. El anillo más famoso de todos, el Taylor-Burton con un gran diamante de 33 quilates, se lo regaló en 1968. El collar con la perla La Peregrina de Cartier no solo fue un regalo de San Valentín en 1969, sino también una de las piezas de la familia Real Española. Otro collar con un gran pendiente de diamante de Cartier vendría en 1969, mientras en 1962 el broche Bvlgari de esmeraldas también hacía su entrada. Pero quizás el juego de diamantes y esmeraldas de Bulgari que Burton le regaló en 1964 se hizo aun más conocido, apareciendo en películas y fotos como la que Helmut Newton tomó de la actriz en los ’80.