Me tocó estar en el Segundo Encuentro Internacional de Economía Creativa, en Valparaíso, donde además de dar un taller y estar en un panel sobre nuevos medios, fui jurado en un concurso de vitrinas iliminadas. La idea era evaluar propuestas de los cerros Concepción y Alegre en función de tres parámetros: originalidad, calidad y sustentabilidad de la propuesta.
Éramos unos 5 jurados y todos coincidimos en que la mayoría de los participantes no hizo nada muy especial; a lo más pusieron luces de tipo pascuero fuera de la tienda. Nada como para aplaudir. Con excepción, claro, de la ganadora, y de dos tiendas que merecían una mención honrosa.
Les detallo:
Ganadora: Bazar La Pasión
Lindo, creativo, simple coherente con la propuesta de la tienda y con pocos recursos. Carola Arias, dueña de esta tienda ganó por votación unánime. Puso unas ramas, unos pájaros de papel aluminio, un vestido iluminado. Parecía un bosque encantado.
Vitrinas destacables:
Casa Templeman. Presentó un altar que, si bien no era muy original, cumplía su propósito: llamar la atención, invitar a entrar a la tienda, y convertir la caminata por las calles en algo atractivo.
De aquí y de allá. Pocas luces, pero daba la sensación de entrar en un mundo aparte, en un espacio paralelo. ¿Lo mejor? Los perros guardianes de metal, envueltos en luces.
Ey mira! Fue la única tienda que presentó algo completamente diferente: figuras de cartón, con formas de estrellas y lunas, iluminadas con luces tenues en colores rojo y azul.
Café del Jardín. Creó una suerte de retablo –me parece que de madera– con ventanitas iluminadas. Original.
