L’amour fou (Un loco amor) se titula uno de los documentales más reconocidos del diseñador Yves Saint Laurent. En él, vemos cómo su carrera ha sido definida constantemente por una relación amorosa que llegó a todos los aspectos de su vida: aquella que formó junto a Pierre Bergé. Compañeros de vida, de negocios, amigos inseparables pese a todo, ambos formaron una de las parejas más legendarias de la moda, la misma que vemos representada a través de todo el Musée Yves Saint Laurent en París, donde capturamos la exhibición permanente del diseñador.
Ubicado en 5 Rue Marceau, el museo alberga desde su entrada los grandes hitos del francés. En una vitrina nos recibe una imagen de su colección de vestidos Mondrian, uno de sus tantos homenajes e inspiraciones en el arte. Y al interior, en lo que fuera su taller desde los años ’70, vemos su huella en cada instalación; primero su gran colección Mondrian a través de imágenes de revistas clásicas, fotógrafos, ilustradores y clips de prensa. Luego avanzamos hacia la colección misma, en un gran cuarto negro acompañado de vestidos de neón y muestras de tela/bocetos de la propia mano del genio. Lo cierto es que ahí comprendemos por qué el diseñador sigue siendo imbatible para la moda; no solo reflejó tiempos modernos, sino que lo hizo de manera original, simple y con un glamour únicos, que lograron traspasar cualquier barrera temporal.
Los siguientes cuartos nos transportan a distintas etapas de la casa: la ochentera con glamoroso vestidos dorados, los accesorios de fantasía que complementaban sus looks, las inspiraciones artísticas que lideraron su imaginario desde los años ’50. La pareja de YSL y Bergé reaparece nuevamente en un cuarto donde un documental de 10 minutos nos hace casi llorar; la pasión, la increíble sociedad que formaron, todo está ahí. Lo mismo que la ropa: su asociación con otros artistas como Claude Lalanne, la exploración de lo masculino en la ropa femenina, sus trajes de novia más originales. Desde el tejido a crochet e inspirado en las muñecas rusas, hasta su vestido rojo que nos despide a la salida, en un verdadero viaje inolvidable por la historia del vestuario que por supuesto tiene su punto álgido al entrar a lo que fuera su escritorio. Una sala llena de detalles, recortes, telas fotos de Catherine Deneuve, ilustraciones propias y mucho más.
Fotos: Propias.
