Metales, plástico, vinyl y muchos otros materiales comenzaron a formar parte de la moda en los años ’60. El estilo que impusieron los diseñadores de la época daba cuenta de una búsqueda incasable por lo original y futurista, pero en este mismo contexto, otro material hizo su entrada con éxito. El papel fue alguna vez, materia básica para los vestidos más coloridos y llamativos del mod, y creó toda una revolución de trajes desechables que comenzó con un concurso de 1966 y no paró hasta que pasó la tendencia.
La marca de toallas de papel y papel higiénico Scott, decidió lanzar una promoción en 1966 que invitaba a sus clientas a enviar un dólar con un cupón adjunto en el envase de sus productos. A cambio, recibirían un vestido desechable estampado y listo para llevar. A medida que pasaba el tiempo, la empresa vio como su divertida acción pasó a convertirse en la línea base para una revolución que alcanzó miles de ventas, y que se expandió a otras firmas de ropa. El efecto op art que influenció la moda en aquella década, el pop art que incluía obras de Warhol y el estilo minifalda, se unieron consagrando varios estilos que fueron los favoritos de muchas mujeres.
En 1967, hasta la marca de sopa Campbell decidió lanzar su propia versión del vestido de papel con estampados de la obra de la lata de Warhol. La compañía London Poster decidió lanzar una línea con estampados de Bob Dylan, confeccionados con Fibron, un delgado material mezcla de rayón. Pese a la originalidad de los productos, su popularidad decayó en los ’70 y pasó a formar parte de las anécdotas de la moda. Pero en 1980, la experimentación japonesa de diseñadores como Issey Miyake consideró otro tipo de material, el Tyvek (polietileno) como base de trajes y chaquetas, recordando un poco lo que fue la locura de los vestidos de papel de los ’60.
Fotos: FIDMMUSEUM, Vintage Blog.