Annie Leibovitz, Ellen Von Unwerth y Dominique Issermann son solo algunas de las mujeres que se dedicaron a la fotografía de moda y que han aparecido constantemente en las páginas de Vogue. La revista parece ser el lugar más alto a alcanzar para quien desea mostrar su trabajo y aun así, han sido exponentes masculinos los que más han dictado las décadas. Pero hoy descubriremos la historia de Frances McLaughlin-Gill, la primera mujer fotógrafo en Vogue.
A fines de los años ’30, una determinada joven neoyorquina llamada Frances estaba dispuesta a convertirse en fotógrafa. Antes de alcanzar su meta estudió Arte y Pintura y en 1943, un concurso cambiaría su suerte. Ganó el primer lugar en Vogue Prix de Paris con una de sus fotografías, algo que la llevaría a ser contratada oficialmente por la revista, pero en una época donde el machismo era aun más fuerte que hoy, estuvo en un principio relegada a trabajar en portadas e imágenes de Glamour y House & Garden.
Aun con tareas designadas y un poco más limitadas que varios de sus colegas masculinos, Frances logró igualar la belleza e incluso sobrepasar aquella que aparecía de la mano de otros exponentes. Fotografió a delicadas modelos, elegantes atuendos de diseñadores como Balenciaga pero también, frágiles escenas en calles y paisajes más naturales. Exploró fotorreportajes, siguió con el cine y hasta ganó premios con su película “Cover Girl”. Así, con esta interesante pero casi desconocida carrera, Vogue tuvo a su primera fotógrafa femenina oficial.
Fotos: Condé Nast, Pleasurephoto.