Antes de los techos dorados y Melania, su comentada carrera presidencial y el show “The Apprentice”, Donald Trump hacía noticia por su acaudalada vida empresarial y su nivel social en Nueva York. El exigente jet set estaba comandado por varias figuras donde precisamente se encontraba su primera esposa Ivana Trump, una rubia que partió como modelo en la República Checa y que en 1977 pasó a convertirse en una de las figuras más opulentas de Estados Unidos, personificando una especie de sueño americano new rich gracias a su exagerado cabello y esos trajes brillantes que llenaron los espacios de los moda en los ’80 y 90’s.
Ivana partió como esposa de Donald, pero terminó siendo una figura por sí misma. Poco a poco las páginas sociales la retrataron llevando espectaculares atuendos de Kong Wai Shek, Victor Costa –los cuales se inspiraban en atuendos mucho más caros de Givenchy u Oscar de la Renta–, que le daban el look ideal para su vida llena de lujos. Luego de divorciarse del magnate en 1992, Ivana comenzó a aparecer en portadas de revistas como Vogue y Vanity Fair, siempre mostrando lo mejor de su estilo lleno de colores, brillos, telas drapeadas, escotes y muchos accesorios. Se mostró en fiestas, desfiles de modas, en fotos al lado de Karl Lagerfeld y demostró que para ella, el rol de mujer fuerte y glamorosa aun podía continuar sin su ex marido, quien la había engañado con quien sería su segunda pareja, Marla Maples.
Ya en los años ’90 y lejos de su rol en la empresa hotelera de su marido, Ivana escribió libros, tuvo una línea de ropa propia y hasta hizo una comentada aparición en la película “First Wives Club” junto a Diane Keaton, Goldie Hawn y Bette Midler. “Don’t get mad, get everything” sería la frase que popularizó luego de este paso por el cine, mientras hoy sigue viviendo alrededor del mundo con amantes mucho menores que ella y vistiendo al ritmo de sus propios colores.
Fotos: Washington Post, The Atlantic, NYDailyNews.
