En 1992, una chica de rubia de 15 años se coronó como ganadora del certamen Elite Model Look en Alemania, representando a su país en la final mundial realizada el mismo año. Aunque no ganó, apareció dentro de las finalistas destacadas, logrando un contrato con la agencia dentro de Alemania y Europa. Poco a poco apareció en las pasarelas y portadas de revistas como Elle France, Vogue Paris o Elle Italy, y con el tiempo llamó la atención de marcas tan importantes como Chanel y Giorgio Armani. Su nombre es Diane Heidkrüger, aunque todos la conocemos hoy en el cine como Diane Kruger.
Aconsejada por el director francés Luc Besson, antes de iniciar una carrera en el cine a principios del 2000, cambió su apellido por el de Kruger. La fama de las portadas de revistas la llevaron a convertirse en un rostro familiar para sus lectores, gracias también a la campaña que protagonizó para el perfume Aqua di Gio de Armani en 1995. Ese mismo año, Chanel la puso como rostro de su maquillaje y del perfume Allure, mientras Dior la dejaba enfundada en sus trajes para su propia publicidad. Pero su relación con el actor francés Guillaume Canet –el mismo de “Last Night” con Keira Knightley-, le ayudó a conseguir sus primeros roles en el cine: el 2002, protagonizó la película “Mon Idole”, dirigida por el hoy marido de Marion Cotillard, para la que fue nominada a un César como Mejor Actriz el 2003.
Entrenada como bailarina clásica durante su infancia, el destino de Kruger cambió cuando una lesión la obligó a dejar la London Royal Academy of Dance. Su porte, gracia y angelical rostro, la ayudaron a conseguir un lugar dentro de las modelos favoritas de Europa, puesto que luego le serviría para convertirse en embajadora de Chanel, por ejemplo, y ocupar la pasarela de Marc Jacobs y Dolce & Gabbana mientras se desempeñaba como modelo. Ya como actriz, su rol más importante vino con la película “Troya” (2004), donde encarnó a Helena, y su fama la convirtió pronto en una de las actrices más admiradas por su estilo, gusto y por supuesto, belleza.