Publicar, tener más reconocimiento y vender su obra, fueron algunos de los objetivos que llevaron a la fotógrafa chilena Rocío Aguirre a dejar el país. Hoy, a más de diez mil kilómetros del sur en el que nació, disfruta de sus logros y nos hace reflexionar sobre la importancia de creer en nuestro talento, y de paso hacer lo que realmente nos gusta.
Rocío Aguirre es uno de los referentes de fotografía nacional que debemos tener en la mira, y es que desde España nos muestra a través de su Instagram importantes logros que confirman su ingreso a la industria europea: ha publicado para Vogue y Forbes, hizo una campaña con Rossy de Palma, la invitaron a un desfile de Gucci en Milán, da charlas sobre procesos creativos en CaixaForum y más. “Actualmente soy freelance, igual que cuando empecé en Chile. Trabajo en moda, hago un poquito de publicidad pero ligada también a la industria, realizo editoriales para revistas, hago un poco de influencer en RRSS con algunas marcas que me identifican, llevo a cabo portadas de músicos y doy charlas sobre procesos creativos en CaixaForum”, reafirma la fotógrafa chilena cuya nueva ambición y sueño es hacer una campaña para alguna firma como Prada.
Dejó Chile porque sintió que ya había tocado el techo y tomó una gran decisión, porque ahora con su trabajo va directo al cielo. Y lo hace de manera libre, siguiendo su estilo y explotando su creatividad. “Me vine a España porque me aburrí de Chile. Me sentía demasiado cómoda donde estaba, sentía que no había nada más para mí o nada que me interesara. Me gustaba hacer fotos analógicas y muy pocas revistas entendían que era algo aceptable, lo veían “vintage” o “artístico” y eso me frustraba. Al mismo tiempo en Europa, estaba entrando la foto analógica en la publicidad, y eso me motivaba”, agrega.
Y es que esa misma frustración que sintió cuando pocas personas entendían su fotografía “alternativa”, es la que hace que muchos talentos se estanquen en nuestro país. Sumemosle a eso la falta de espacios y la poca cultura artística. Por ello, al ser consultada por las diferencias entre un país y otro, Rocio es enfática en señalar que “a Chile le falta dar más espacio a la creatividad, apostar por los talentos nacionales y copiar menos”.
-Llegaste a España buscando ampliar tu carrera y sin duda lo has logrado y lo sigues logrando ¡Felicidades por ello! ¿Qué falta en tu bucket list?
¡Muchas gracias! Lo que tiene de ser una persona ambiciosa, es que nunca estás cien por ciento conforme con los resultados, quiero decir, siempre hay algo más por lo que apostar. Ahora mi ambición es hacer una campaña para alguna firma como Prada, cosa que antes ni pensaba.
-¿Y qué ha sido lo más guay (como dicen en España) que has hecho?
Siempre he sido de decir que sí a todo; pienso que todo sirve para algo, incluso para saber decir que no volverías a hacer una cosa como esa, o qué es lo que te interesa. Últimamente estoy aprendiendo a decir que no, aunque a veces de un poco de vértigo sentirse así, te hace ver más claro tu camino, y saber que también hay que “invertir” en tu visión o cómo quieres que te vea el resto.
Pero por ser más concreta, han habido un par de experiencias que me han marcado en mi estadía en España: hacer una campaña con Rossy de Palma, un ícono de la moda y el cine, y que me invitaran a un desfile de Gucci en Milán, cosas que me han hecho ser consciente de que ya estoy en el circuito.
-Sé que es difícil elegir pero en esta etapa de tu vida, y a partir de lo que estás viviendo en España, ¿qué Rocío te mueve más? ¿Será la fotógrafa de moda, la fotógrafa más experimental o la fotógrafa musical o de celebs?
Como decía anteriormente creo que todo suma, todo nutre y creo que soy una persona bastante cíclica en mi manera de trabajar. Me pasa que derrepente algún músico me dice de hacer alguna portada de un single y luego otra persona de la industria musical lo ve y me llama para una portada de uno de sus artistas. Y luego una marca de publicidad, como Adidas, hace una cápsula con músicos entonces piensa en mí para fotografiarlo. Me meto más en la publi porque la agencia me tiene en su radar y me llama para otras cosas, hasta que me harto y necesito volver a mí, a enamorarme de la foto y vuelvo a experimentar con técnicas o aprendo nuevas cosas con otros formatos. Así que podría decir que un poco de todo eso.
-Dicen por ahí que nadie es profeta en su tierra, ¿confirmamos?
Cuando me vine a España, realmente fue porque me aburrí de Chile. Me sentía demasiado cómoda donde estaba, ganaba un sueldo bueno, había conquistado el mundo de la publicidad y la moda y sentía que no había nada más para mí, o nada que me interesara. Me gustaba hacer fotos analógicas y muy pocas revistas entendían que era algo aceptable, lo veían “vintage” o “artístico” y eso me frustraba. Al mismo tiempo en Europa, estaba entrando la foto analógica en la publicidad y eso me motivaba a irme, claro que pensaba que iba a ser un poco menos lento de lo que fue, aún así, estoy muy agradecida de todo lo que me ha pasado.
-Actualmente, ¿en qué estás?
Actualmente soy freelance, igual que cuando empecé en Chile. Trabajo en moda, un poquito de publicidad pero ligada también a la moda, hago editoriales para revistas como Vogue y Forbes, hago un poco de influencer en RRSS con algunas marcas que me identifican, portadas de músicos, y doy charlas sobre procesos creativos en CaixaForum.
-Tomando tu experiencia, ¿qué debe aprender la industria chilena de la europea para que por fin existan más oportunidades, se valorice el trabajo y exista una cultura artística?
Dar más espacio a la creatividad, apostar por los talentos nacionales y copiar menos.
-¿Es importante para ti difundir el talento nacional? Te lo pregunto porque si bien estás en España, vemos que sigues colaborando o incluyendo en tus proyectos a otros chilenos, aunque sea a distancia. Por ejemplo, en la portada del disco de Anaju, y en una editorial para La Vanguardia trabajaste con Rayen Palacios…
Creo que tiene que ver con el principio de mi carrera como fotógrafa. Yo venía de Concepción y me costó hacerme un hueco en Santiago, esa sensación de ser nueva y querer que te vean la tengo aún. Siempre agradecí mucho a quienes me dieron la oportunidad de mostrar mi trabajo y soy capaz de ver el talento y originalidad en la gente que me rodea. Por eso sigo colaborando con gente que admiro, retocadores como Rayen Palacios, a veces trabajo con Carla Cristallini, una estilista chilena que vive en Madrid, mi asistente de foto, Felipe Orellana, es un chileno que había optado por la misma beca de estudios que yo y me ganó jaja, etc.
-Si revisamos tu trayectoria, tanto desde el punto de vista fotográfico como vivencial, podríamos decir que no tienes miedo a emprender nuevos caminos. ¿Crees que parte de tus próximos pasos estén relacionados con el mundo digital, y encaminados hacia este espacio llamado Metaverso que pretende ser el futuro?
Estoy en un punto que me estoy sintiendo vieja y no quiero aceptarlo, o quiero aceptarlo teniendo dignidad y no renunciando a ser parte de las nuevas generaciones. Por ejemplo, siento que TikTok me está ganando, no sé cómo darle la vuelta a mi estética sin tener que ponerme a bailar para tener seguidores. Así que estoy tomándome mi tiempo para poder entenderlo, igual que los NFT y sumarme a la corriente de alguna forma sin tener que transformarme en algo que no soy.
-A propósito de ello, hace algunos días publicabas que habías vendido tu primer NFT. ¿Qué nos podrías contar de esto?
Curiosamente, después de todo esto, vendí un NFT. Me escribió un día Rossy de Palma, diciéndome que tenía un amigo que estaba montando una exposición para el Día de la Mujer en un Metaverso en Dubai ¿Puede ser más futurista esta idea?
Le escribí al amigo y le dije que me interesaba, no entendía nada y creo que sigo sin entender del todo cómo era, porque obviamente ni siquiera tengo lentes de realidad virtual para entrar a estos Metaversos. Me pidió que le mandara fotos que para mí representaran lo femenino, mandé como ocho opciones de fotos de distintos años y eligieron una.
Luego de llenar y firmar algunos papeles, y hacer algo de promoción en RRSS para que la gente supiese que esto se estaba subastando, se hizo la exposición en el Metaverso de Dubai, y a los cinco días me escribieron que se había vendido y que tenía que bajarme tres apps para recuperar el dinero en bitcoins. Sigo sin entender muy bien todo pero sé que tengo unas criptomonedas en algún lugar de Internet.
– Si ya ocurrió una vez, podría volver a ocurrir. ¿Piensas en un futuro asesorarte con alguien o prefieres que sea algo más orgánico y experimental?
Me pasa lo mismo con el TikTok, no quiero quedarme abajo de la ola, pero me cuesta interesarme por algo tan poco tangible. Creo que finalmente lo terminaré haciendo porque ya todos estaremos ahí.
– ¿Y crear algo que involucre moda, fotografía y tecnología?
Supongo que dependería de la propuesta o de lo que se me ocurra, pero sigo pensando en la fotografía como algo que se puede tocar, que son partículas que se queman con los rayos UV, entonces ese romanticismo me cuesta soltarlo. Pero bueno, la fotografía tiene mucha tecnología, todos los años se inventan nuevas cámaras y mejoras y soy parte de eso también.
-A propósito de proyectos, y para quienes no sepan, en 2020 lanzaste ‘Helados’ un fotolibro que rinde tributo a unas particulares esculturas ¿Tienes pensado seguir creando este tipo de formatos?
Sí, me encantan los libros y me he cambiado tantas veces de casa y ciudades que cada vez que me vuelvo a comprar uno, hay una mamá en mi cabeza diciéndome “Rocío, para qué vas a gastar esa plata, si en unos años te vas a cambiar de casa y no vas a querer llevarlos”, lo mismo con las revistas. Soy así, disfruto de ver y tocar las cosas a la vez, y me he vuelto a comprar algunos libros que ya tenía y perdí, así que supongo que los libros no van a dejar de existir para mi.
-¿Hay algún proyecto que aún no haya visto la luz o en el que estés trabajando ahora del que puedas contarnos algo?
Este año me propuse terminar mi primer fotolibro, digo primero porque el libro “Helados” es más bien un zine. Después de irme de Chile, algunas de mis cosas quedaron en un lugar donde me costó mucho recuperarlas, porque tenía en medio un ex amor, entonces en ese momento pensaba: “Si las recupero juro que este año termino mi libro”, llevo 6 años haciéndolo, es un libro que son 10-12 años de fotografía análoga de viajes, amigos, amores, y más. Es como un diario de vida y por distintas cosas, como comprarme el pasaje a España en vez de imprimir o porque no he podido encontrar un final, no lo he sacado. Pero este año lo termino y fin de la etapa, creo que una primera obra siempre es la más lenta de sacar, supongo que no sabes cómo le va a ir o qué sentirás, y ya los siguientes te importan menos.