Colaboración por Deyza Aravena
Los sensibles y curiosos autorretratos de la joven Mónica Rohan transportan a una atmósfera misteriosa y delicada llena de color y emoción. Su trabajo se inspira en las vivencias de su propia infancia, en Kerry Valle, Queensland, Australia, donde creció rodeada de naturaleza, montañas, arboles y hojas. Lo interesante es que cada uno de esos paisajes ahora son parte de sus ilustraciones y pinturas en óleo, las cuales fusionan recuerdos con colores y mantas, hechas a partir de los objetos más extraños que uno se pudiera imaginar.
Desde ya muy pequeña, Rohan tubo claro que quería dedicarse al arte y en el 2011 consiguió graduarse con honores de Queensland Collage of Art. Tras su corta edad y carrera, ya ha ganado significativos premios, siendo sus logros más recientes el de poder exhibir sus pinturas en la Tweed Regional Gallery y en el GOMA Q: Contemporary Queensland Art.
En sus delicados óleos se puede apreciar a la misma artista, la cual nunca enseña el rostro en sus obras, tratando casi desesperadamente de ocultarse tras mantas de patchwork, plantas o incluso en sus mismos vestidos.
La técnica tras el resultado de cada una de sus obras se conseguido agregando disolvente a las pinturas de óleo, para así dar un efecto delicado de acuarela, pero sin perder la vitalidad de los colores que el óleo ofrece. ¿El objetivo? Transportarnos a un mundo de fantasía e inocencia donde los colores vivos se mezclan con las telas y la figura ilustrada de la misma artista, pero con un toque de misterio, melancolía y aislamiento.
En definitiva, colores mágicos, naturaleza y realismo de unos autorretratos hechos de una manera nunca antes vista, que hacen que el espectador sienta una reacción emocional al imaginar que ellos mismos se están escondiendo bajo unos frondosos setos o hundiéndose en una de esas maravillosas mantas.
Imágenes Hi Fructose y thedesignfiles.net