Colaboración especial por Andrea Martiriosway
Tres elementos le bastaron a la cinta Annie Hall (1977) para pasar a la historia: un buen guión, la actuación de los protagonistas y sobre todo, el look que Ralph Lauren le confeccionó a Diane Keaton para el rol. Las páginas de moda y las revistas como Vogue no paran de incluir al personaje como un referente de la influencia que la moda en el cine puede ejercer en cualquier rincón del mundo. Luego que Keaton estrenara sus guillettes, sombreros y corbatas, un nuevo look aterrizó en los ’80 para quedarse, y tal como en los ’70 Le Smoking de Yves Saint Laurent fue la prenda favorita de las que se atrevían a jugar con lo andrógino, era el turno de los sombreros fedora y los pantalones baggy que se fundían a la par de una imagen suave y femenina.
En nuestros días, el look masculino/femenino ha comenzado a reaparecer con fuerza. Si en los ’90 Calvin Klein se jactaba de difuminar los límites de género con su publicidad y perfumes unisex, y a principios del 2000 las chicas como Shirley Manson hacían alarde con su imagen y música (quien no ha olvidado Androgyny), hoy son las protagonistas del mundo de la moda las que renuevan con fuerza esta tendencia. Partamos por las modelos: desde que Freja Beha Erichsen cortó su larga cabellera con flequillo para quedar con un corte moderno y masculino, su estilo se ve más impactante y cada vez gana más y más editoriales. Y cuando Anja Rubik dejó sus ricitos de oro para convertirse en la fiera imagen de Belstaff, no sólo subió de ranking en popularidad, sino que además consiguió más trabajos como el de Chloe y la portada de Nylon.
Desde que las editoras y estilistas de moda se transformaron en las nuevas estrellas del street style, todos los ojos se han puesto sobre Kate Lanphear. Alta, rubia y editora de moda de Elle US, Kate ha trascendido a los blogs que se han obsesionado con su look masculino cool, caracterizado por el juego con los tonos oscuros, el cabello platinado corto y el contraste de sus tenidas con sus inseparables sandalias Balenciaga. Aunque la precursora total de estas tendencias fue Emmanuelle Alt (la estilista de Vogue Paris que aparece como el brazo derecho de la editora Carine Roitfeld), todas las “voguettes” aparecen con el uniforme de batalla que llevan – blazers negros de smoking, tops rayados a lo mod y botines o sandalias de última moda-, convirtiéndolas en los nuevos fashion icons del masculino/ femenino actual.
Aunque en la era del Hollywood de oro las amantes del look miraban a actrices legendarias como Marlene Dietrich o Katharine Hepburn (las que además pusieron de moda los pantalones y corbatas en el vestir femenino), en la actualidad la tendencia es jugar con el estilo y fusionarlo con detalles propios. El llevar camisas blancas neutras, pantalones negros relajados, skinny o un par de mocasines blancos o negros – como alguna vez se llevaron los Pluma por estos lados-, se convierten en una alternativa para las que no se atreven a ponerse un terno, o a cortarse el pelo de manera drástica. Y la actitud en todo caso, es esencial: aun cuando Bianca Jagger era la reina disco con sus vestidos Halston, no faltó la oportunidad para que se enfundara en un terno blanco del mismo diseñador y se viera tan bien en él como en cualquier otro femenino traje de lentejuelas.
