Es una de las actrices más famosas de todos los tiempos. De nacionalidad alemana-americana, supo mantener su carrera durante los difíciles tiempos de guerra, cuando su casta familiar la requería en Alemania y su carrera cinematográfica la aclamaba en Norteamérica. Ella es Marlene Dietrich.
Marlene nació en Schöneberg, un distrito de Berlín, Alemania, bajo el nombre Marie Magdalene. A los 11 años se le ocurrió comprimir su nombre en Marlene, y durante su adolescencia, comenzó a estudiar violín, e interesarse en el teatro y la poesía. Más temprano que tarde, su carrera de violinista se vio afectada cuando se hirió la muñeca, y tuvo que dedicarse a su segunda pasión: la actuación.
No le tomó mucho tiempo participar en distintas obras de teatro en Berlín, donde consiguió papeles secundarios. No obstante, su papel más importante llegaría cuando conoció a Josef von Sternberg. En 1930, Marlene actuó de Lola Lola, una cantante de cabaret, en The Blue Angel (1930). Su trabajo con von Sternberg rápidamente lanzaría su carrera al estrellato, ya que, luego del éxito internacional que tuvo la primera película, Paramount Pictures le ofreció un contrato permanente.
Von Sternberg siempre se congratuló de haber hallado a Dietrich. El contrato que Paramount le ofreció a la actriz surgió como una opción paralela al famoso rostro sueco de Greta Garbo. Así que, cuando Marlene viajó a Estados Unidos, junto a Josef von Sternberg, ambos grabaron de corrido 6 películas entre 1930 y 1935. El efecto que la dupla cinematográfica producía en la pantalla era innegable: juntos creaban una verdadera femme fatale, cuyo aspecto se alejaría del estereotipo femenino para indagar en un look más masculino.
Ese es el legado más evidente de la actriz. Su look se componía de trajes de caballero bien acentuados, como en la clásica Morocco (1930), donde la actriz figura vestida de traje, sombrero de copa y cigarrillo en mano. La escena más memorable, y más polémica en la época, es aquella donde Marlene besa a otra mujer. Gracias a Morocco, Marlene obtuvo su única nominación a los Premios de la Academia.
Sin embargo, su look andrógino no se quedó en los trajes. Marlene también se caracterizó por las prendas con pieles y plumas, el vestido clásico y glamoroso, y los pantalones a la cintura. Ella misma dijo alguna vez: “Yo me visto para mí misma. No por la imagen, no para el público, no por la moda, y tampoco para los hombres.”
Tras la guerra, su ayuda al bando aliado, y sus diferentes colaboraciones con distintos directores, Marlene Dietrich trabajó casi exclusivamente —entre las décadas del 50 y el 70— como una artista de cabaret bien pagada alrededor del mundo. Su talento actoral y su gran voz la llevaron no solo a bailar, sino también a cantar y a grabar varias canciones famosas, entre ellas la clásica Lili Marleen, que, durante la guerra, fue la canción favorita de los soldados de ambos bandos.
El gran talento de la actriz y sus marcadas facciones faciales la han coronado como una de las artistas más famosas del siglo. Su legado andrógino no solo ha sido una inspiración para varias artistas —entre ellas, Madonna—, sino también, ha influido en varias oportunidades al mundo de la moda. La vez más reciente fue en aquel claro tributo que realizaron varios diseñadores durante New York Fashion Week de 2012, donde varios se inspiraron en las pieles, las plumas y los vestidos de Marlene para recrearlos a su manera.
Marlene Dietrich es ya un verdadero ícono de estilo. Su imagen pública desafiaba abiertamente las normas sexuales. Aunque tuvo una complicada relación con su país natal, debido a que asumió la nacionalidad americana en 1939, Berlín finalmente la nombró ciudadana honoraria el 2002, un año después del centenario de su nacimiento, con una placa en su hogar que tiene escrita la frase: “Yo soy, gracias a Dios, berlinesa.”
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