A todos nos costó adaptarnos a colegios, universidades, amigos y relaciones. Pintarse el pelo, usar ropa diferente, tratar de encajar y pelear con la mamá es algo con lo que cualquiera puede identificarse en su adolescencia y por eso la película “Lady Bird” ha sido tan bien recibida. Todo lo que muestra es honesto, aunque esté bajo el contexto del año 2002/2003. Pero además, Saoirse Ronan brilla como nunca, bajo el debut de la actriz Greta Gerwig en la dirección, con estilos tan distintos como similares a los que algunos llevamos.
En Sacramento, Christine McPherson le pide a todos que por favor la llamen “Lady Bird”. Bajo esta nueva identidad, el personaje de Ronan experimenta varias situaciones típicas de convertirse en una mujer universitaria desde La adolescencia, la cual pasó en un colegio católico. Junto a su mejor amiga Julie, Lady Bird mira desde fuera lo que pasa con el resto de sus compañeros, hasta que se unen a una obra teatral y conocen a Danny y Greg y comienzan a salir más. Pero además, la relación entre Lady Bird y su madre es un tema delicado: ella siempre dice que está irritada, constantemente pelean y además, no está de acuerdo con que vaya a una universidad en Nueva York.
Con tantos puntos en común con lo que vemos en la vida, esta película igualmente destaca en aquel género que llamamos “coming of age”, algo así como “creciendo”. Se explora a través del sexo, a veces se dejan de lados amigas cercanas para conocer otras muy diferentes, la rebeldía también está presente y el estilo representa todas esas aristas. Se sueña con ir a otros lugares, con ser alguien como las modelos de revistas y encontrar el amor. Todo eso y más se ve en esta película, que suena fuerte en la temporada de premios.
Fotos: Zimbio.