Creo que lo más valorable de una colección, es cuando ésta logra ser innovadora sin dejar de lado la identidad de la marca. Justamente esto fue lo que pasó con la última colección de Chanel, que fusiona lo delicado y clásico de la firma francesa, con lo lujoso y exótico de la India.
El Grand Palais de Paris se convirtió por una noche en el Taj Mahal. La pasarela, rodeada por un tren eléctrico que se contorneaba entre un ostentoso banquete de lujo, vio a una serie de modelos, perfectamente elegidas, desfilando con las últimas prendas de la colección Pre-Fall 2012 de Chanel. La unión entre las dos culturas fue sutil y creativa, con bordados, aplicaciones en pedrería y medallas dispuestas para adornar los vestidos de seda y los trajes más emblemáticos de la marca.
“Paris-Bombay” funciona también como un recordatorio de lo que sucede con el mercado de la moda Europea, que emplea la mano de obra india para crear las más elaboradas pasamanerías y bordados. Pero con esta colección, Karl Lagerfeld pone esta situación al revés, tomando la estética y la silueta hindú para crear las piezas en los talleres parisinos de la marca. Lo raro es la declaración del diseñador, quien explica que nunca ha viajado a la India, y que por lo mismo, logra, desde su propio punto de vista y de lo que conoce de este país a través de los medios , congeniar las dos culturas en una sola colección: “es mucho más inspirador no ir a los lugares que lo contrario”. Amén.