Más allá que su trabajo sea reconocido por la crítica, que sea la favorita de la prensa y de los actores para los premios y que poco a poco le gane a todas sus contemporáneas los papeles más codiciados –como el de Wall Street 2 o el del remake que se aproxima de El Gran Gatsby-, Carey Mulligan es sinónimo de elegancia y dulzura, una mezcla entre Audrey Hepburn, Mia Farrow y Grace Kelly que ha encandilado a Hollywood con su estilo.Con 25 años y un lento pero silencioso ascenso en el cine, la chica que encarnó a la hermana menor de Keira Knightley en “Orgullo y Prejuicio” (2005) ha aparecido de pronto como la más elegante, la mejor vestida o la promesa del cine, todo en el mismo año y bajo varias revistas diferentes: Harper’s Bazaar la tildó de la “Mejor Vestida del Año”, bajo un panel que la caracterizó como “una chica muy de la New Wave francesa de los ’60, como una musa de Godard, pero moderna”. Por otro lado, apareció en la lista de las 10 Mejor Vestidas del 2010 de Vogue, representando al “Espíritu Libre” (Free Spirit) y Marie Claire también la incluyó en su propia lista de las 10 Mejor Vestidas de este año, destacando su capacidad para lucir siempre impecable.
Quizás lo que atrae a los editores sea esa imagen pulcra pero despegada del rol de víctima de la moda/amante del front row que hemos visto con repetición hasta el cansancio, especialmente cuando alguna figura ascendente es tildada como posible ícono de la moda. O su sencillez elegante, incluso al caminar por las calles sin necesidad de rodar una película sea la que deje huella en quienes han puesto el ojo en la inglesa. Sea como sea, Carey ya vislumbra un brillante futuro no sólo en su trabajo, sino también en la alfombra roja o en las editoriales de revistas. Y los más felices han sido sus diseñadores favoritos, que entre Proenza Schouler, Prada, Lanvin o Christopher Kane se han enorgullecido de ser elegidos por la talentosa chica para vestirla en sus estrenos o apariciones oficiales.