Un nuevo escándalo ha acechado al mundo del retail internacional, y esta vez es la conocida marca Asos la que ha tenido que dar explicaciones por más de 600 cinturones que presentaban en sus hebillas material radioactivo. El sitio ya ha bajado de sus catálogos dichos productos y afortunadamente no hubo mayores ventas antes de detectar este hecho. Sin embargo, a raíz de este tipo de situaciones merece la pena pensar qué es lo que estamos usando diariamente e incluso comprando a nuestros hijos o seres queridos ¿de dónde provienen los artículos que vestíamos? ¿Puede aplicarse en el mundo de la moda el dicho “lo barato cuesta caro”? Quizás si, quizás no.
Sin ánimos de hacer un mea culpa sobre las grandes marcas y sus sistemas de funcionamiento, parece interesante revisar parte de los hechos que han ocurrido en el último tiempo y que han marcado un avance –así como planteado nuevas dudas- en el rubro del vestuario y complemento. El pasado 2012 la ONG Greenpeace lanzó con bastante impacto mediático la campaña #Detox, en la cual se exigían normas más estrictas en relación a la supervisión de emisiones de sustancias químicas tóxicas en los proveedores de grandes marcas como Zara, Levi’s, Mango y H&M, entre otras.
Por otra parte, en el correr de estos años hemos sido testigos de dos fatales accidentes ocurridos en la ciudad de Bangladesh, conocida por su prolífera industria textil, así como por los malos tratos y condiciones laborales asociadas a ella. Producto de estos hechos grandes marcas como H&M, Inditex (dueños de Zara), PVH (dueños de Tommy Hilfiger y Calvin Klein) y Mango, entre otras, han firmado un acuerdo de seguridad para sus fábricas en la ciudad, lo cual implica un avance en la materia. Estas empresas se comprometen a implementar un programa de prevención y control de incendios y seguridad, a tener un inspector de seguridad independiente encargado de la verificación de instalaciones, entre otros.
Sin embargo, otras marcas aun se resisten a firmar tratados de este tipo, ya sea por diferencias sobre determinados puntos del acuerdo, como es el caso de Gap o por pensar que si realizan la fiscalización de las fábricas ellos mismos será más eficiente, en el de Walmart. De todos modos, aunque el acuerdo ya ha sido firmado, podemos esperar nuevos cambios y avances en este tema, además de cruzar los dedos para que efectivamente las medidas prometidas y acciones presentadas sean llevadas a cabo.
Más allá de lamentarnos y decir “Qué mal está el mundo” “Malditas grandes marcas” o cualquier otra frase que se nos pase por la cabeza, a mi parecer la reflexión va por otro lado ¿Cómo aportamos nosotros a este sistema? ¿Cómo podemos aportar en este escenario? La conciencia sobre nosotros mismos pasa por distintos planos, y el vestuario en su calidad de reflejo de nosotros mismos y de los procesos sociales permite efectivamente proyectar nuestras posturas y pensamientos tanto individuales como colectivos. En una sociedad donde lo inmediato, el consumo y las tendencias de distintos bienes y servicios marcan nuestras pautas de comportamiento, resulta difícil detenerse a pensar sobre este tipo de cosas, pero no imposible. Una pausa para mirar, ser más conscientes y tomar decisiones sobre qué compramos y usamos diariamente, y así, qué tipo de industrias estamos fomentando.