El mundo de las revistas y sus editoras está lleno de individualidad y estilo propio. Carine Roitfeld y Emanuelle Alt se han convertido en las favoritas en profesar esta imagen, mientras se acomodan en Givenchy e Isabel Marant, dos diseñadores que visten apropiándose del look. Y entre tanto french chic que juega con el minimalismo y el negro como uniforme de trabajo, aparece una figura que llama la atención por su atrevimiento y su colorida interpretación de la moda: Anna Dello Russo, editora de Vogue Japón.
Cada vez que aparece en un blog o revista, liderando el front row de desfiles o caminando por las calles parisinas en busca de nuevo material, los fotógrafos se ven cautivados por sus abrigos, zapatos y vestidos, pero a la vez es imposible preguntarse si muchas de esas micro minis, esos ceñidos tejidos y sobre todo, las particulares transparencias son realmente apropiadas para alguien de su edad, pues mal que mal tiene 48 años. Y junto con su habilidad para tomar riesgos y combinar los más despampanantes trajes para un día cualquiera del año, tiene varios puntos en común con la querida Carrie Bradshaw, el personaje de Sex and The City cuya particularidad fue el siempre ir un paso más allá en la moda, pero al igual que Anna es imposible preguntarse si algunos de esos looks eran too much en algunas ocasiones.
Primero, todos sabemos que la edad no importa al momento de lucir bien. Uno sabe lo que es cómodo para su cuerpo y lo que le gusta. Segundo, es interesante que alguien se atreva a usar tantos trajes que para la mayoría de los mortales están fuera de alcance, sobre todo si tiene la oportunidad de pedirlos inmediatamente después del término de un desfile y usarlos al día siguiente para otro show (tal como Anna lo ha hecho en reiteradas ocasiones). Sin embargo, a veces se siente como si su imagen fuera forzadamente decadente, al punto de ir de noche en plena luz del día. Y al igual que Carrie, el fuerte de Anna es su enorme closet, que no es sólo gigante sino que es…un departamento entero sólo para su ropa!
Balmain y Dolce & Gabbana han sido sus diseñadores fetiches. Los ceñidos trajes con lentejuelas y encajes, así como las mangas aglobadas en trajes aleopardados se han convertido en su marca personal, que lleva como ninguna. Y al igual que Carrie, no le importa si un vestido tipo princesa con muchas capas se vea un poco teatral una mañana de otoño. Porque todo indica que Anna ya se acostumbró al lujo y se siente tan cómoda en él como si fuera un piyama de día domingo.