Extracto de RevisteLaCalle 7, por Majo Arévalo. Traducción Luis Miranda. Edición Andrea Martínez
El talento en Brasil suele ser de exportación. No solo modelos, sino también diseñadores destacan en una industria global donde nombres como el de Alexandre Herchcovitch o Pedro Lourenço se han sabido posicionar sin problemas. Pero en el mercado local de ciudades como Sao Paulo, importantes iniciativas se dedican a apoyar el desarrollo de los talentos más nuevos de la moda brasileña. Allí es donde André Hidalgo cobra importancia. Este periodista fundó Casa de Criadores, una iniciativa fundamental para quienes van surgiendo dentro de la industria de la moda brasileña. Este 2014, Casa de Criadores cumple 17 años potenciando nuevos talentos. Aquí, André Hidalgo nos cuenta cómo ha ido creciendo su principal proyecto, junto a sus opiniones acerca de la industria brasileña y la importancia de la identidad nacional en el proceso de consolidación del diseño actual. “Nos llamamos Casa de Criadores porque tenemos, desde el diseñador que está comenzando, hasta algunos que ya están establecidos en el mercado,” señala Hidalgo.
-¿Cómo ha sido la evolución de Casa de Criadores en el tiempo?
-La verdad es que ha sido muy natural. Vamos a cumplir 18 el próximo año y en Brasil esa es la mayoría de edad. No solo ayudamos a nuevos diseñadores, sino también a modelos, maquilladores y todos los profesionales del medio de la moda. También absorbimos algunos proyectos. Lo que antes era Ponto Zero se transformó en un proyecto con ABIT, la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de Moda. Ellos querían hacer un trabajo enfocado en los estudiantes de diseño de vestuario y propusimos Brazilians To Be (BTB), un concurso donde los estudiantes se inscriben y nosotros los capacitamos profesionalmente. En esa instancia, el diseñador está apoyado por consultores de moda, porque eso es lo que se necesita para que una marca crezca. BTB orienta a los jóvenes, quienes van entendiendo que en la pasarela pueden desatar su locura, pero en la tienda deben enfocarse en lo comercial. Se les entrega orientación y se promueven eventos internacionales. Ya hicimos una venta en Nueva York y el año pasado los llevamos a Londres, para un evento en la Embajada Brasileña.
-¿Cómo crees que es la respuesta de los nuevos diseñadores respecto a la oportunidad que les estás dando?
-Esa es una pregunta interesante porque siempre pensé que iba a tener que hablar con algunos y decirles “muchas gracias, no vas más”, pero nunca ha pasado porque el mercado es el que escoge. Quien no es bueno o no se adecua al mercado, no tiene cómo continuar, porque no se puede sustentar una marca si no tienes dinero; es el propio mercado el que lo acaba regulando. Hay algunos que son talentosísimos pero que no tienen cómo continuar porque son más artistas que diseñadores. Ya tuve varios casos así, donde el límite es difuso y ellos optan por el lado artístico. En la pasarela es todo lindo e increíble, una explosión de talento y de creatividad, pero en la tienda es imposible vender esas piezas. Por otro lado, tenemos a diseñadores que crecen y son exitosos. Algunos de ellos se van a SPFW o a Fashion Río, porque son diseñadores que optaron por un crecimiento comercial mayor, entonces tienen esa visión comercial en su trabajo. Otros continúan con nosotros y se sustentan porque tienen un trabajo consistente.
Gralias, pasarela invierno 2013
-¿Cómo ves el desarrollo de la industria de la moda en Brasil? La percepción de la moda con las tiendas, los diseñadores…
-El mundo, no solo Brasil, está en crisis. Esto se acaba reflejando en la moda, porque cuando las personas tienen problemas de dinero, lo primero que hacen es dejar de comprar ropa. Hoy en día también hay un movimiento muy fuerte que tiene que ver con la sustentabilidad, que promueve el reciclaje de la ropa. Aquí en Brasil la gente se viste mucho con ropa vintage, no solo por una cuestión económica, sino también por una cuestión filosófica. Yo también creo que hay mucha ropa en el mundo y que hay que aprovechar la que hay, pero lo ideal es lograr un equilibrio entre las dos cosas. Creo que dentro de ese escenario económico, la industria brasileña ha crecido bastante comparada con otros sectores de la economía. Aún no existe una identidad brasileña de moda, pero sí podemos decir que es consistente. El mundo ha percibido eso y SPFW es un evento relevante, que tiene importancia en el calendario de la moda porque creció y tiene inversión por parte de la industria textil, el mercado y el mismo Gobierno.
LUJO V/S AUTOR
Cuando nuevos diseñadores deben buscar su propio espacio en la industria, se enfrentan al ineludible poder de las marcas de retail. Pero en Brasil, la industria del lujo es la que ocupa gran parte de las preferencias, algo con lo que estos nuevos diseñadores deben aprender a lidiar. A esto se suma que las grandes marcas brasileñas suelen confeccionar sus productos en China, donde los precios son absurdos en comparación a los altos costos locales.
-El precio de los diseñadores es caro, al igual que las marcas de tienda. Entonces, la gente se pregunta: ¿qué compro? ¿Compro ropa de diseñador o compro lujo?
-Aquí en Brasil hay una explosión de marcas de lujo en varios shoppings. Los diseñadores van a tener que intentar bajar sus precios, porque no es posible que sus piezas cuesten lo mismo que una marca de lujo. A veces, las creaciones de un diseñador son tan buenas que vale la pena que el precio sea más o menos el mismo, porque el cliente tendrá una pieza más exclusiva. No es que el diseñador ponga precios altos porque sí. Es complicado cuando una cosa hecha en China llega a Brasil a un precio ridículo en un mercado donde solo las grandes confecciones brasileñas están haciendo todo en China, y eso perjudica a los nuevos diseñadores. Un diseñador joven que está comenzando no tiene cómo mandar a hacer sus confecciones a China. Tiene que hacerlas con una costurera local, donde es todo muy caro. Es un desafío que el mercado tiene que resolver.
Jadson Raniere temporada Verano 2015
-¿Qué te parece que en los fashion weeks exista un line up donde hay marcas y diseñadores? Por ejemplo, ¿está bien la selección de SPFW?
-Yo creo que Paulo Borges, la persona que organiza el SPFW y ahora también el Fashion Río, hace un trabajo muy intenso y es el responsable de haber llevado el nombre de la moda brasileña al exterior. Antes, nadie hablaba de moda en Brasil. Por supuesto que si vas a los desfiles hay algunas marcas que uno piensa “no merecía estar aquí”. Pero eso acontece no solo aquí, sino también en NYFW, y hasta en París. En SPFW, hay marcas que tienen que tener a la top model o a la celebridad desfilando porque no tienen contenido para mostrar. De cualquiera forma, ellas venden y tienen una importancia comercial.
-¿Cuál es la labor en conjunto con ABIT?
-Con ABIT hicimos el proyecto BTB, que tiene el apoyo de Apex Brasil, una agencia del gobierno brasileño que estimula las exportaciones. Una de las misiones del proyecto es justamente llevar a estos jóvenes talentos al extranjero, para que ellos comiencen a tener una relación comercial con otros países y que efectivamente puedan vender fuera de Brasil. Una de las soluciones ante la crisis del mercado es la exportación. A veces el trabajo de estos diseñadores es tan interesante y bueno, que despiertan curiosidad internacional y ayudan a construir la identidad de la moda brasileña.
Igor Dadona, pasarela Verano 2015
-¿Por qué debe tener una identidad?
-Creo que la moda hoy en día es globalizada, como todo. Pero si lo pensamos, Brasil tiene elementos culturales bien fuertes. En la moda, el desafío es ese: tomar las características culturales de cada país y llevarlas a la ropa de una manera universal, en un lenguaje global, de manera que se pueda usar en París, Nueva York y que todo el mundo se pueda reconocer en ello. Es un desafío, pero creo que algunos diseñadores consiguen hacerlo. Osklen, por ejemplo, lo hace representando el lifestyle de Río de Janeiro, que es muy específico. Hay algunas marcas en Casa de Criadores que también hacen y buscan lo mismo. Yo creo mucho en la moda brasileña. Creo que estamos creciendo y vamos a llegar a un punto, en el corto plazo, en que construiremos, finalmente, esa identidad. O puede ser que se desarrolle constantemente, pero de todas formas va a ir evolucionando.
-¿Qué es lo que te motiva a ayudar a los diseñadores y convertirte en el misionero de las nuevas generaciones?
-La verdad es que siempre percibí que la moda podía ser una forma de expresión muy poderosa y fuerte porque cuando nos vestimos, la usamos para varios objetivos: expresar el humor del día o querer ser rebeldes. La moda tiene ese poder. Siempre me interesó ese aspecto y por ello trabajo con jóvenes, porque tienen esa inquietud, quieren la revolución. Nunca haría un evento que fuera comercial, por ejemplo. No por prejuicio, sino porque no me transmite nada. Después de 18 años, aún veo ese deseo de expresarse, de hacer cosas diferentes, de probar telas, moldes y todo lo que forma parte de la moda. Mientras eso siga pasando, seguiré trabajando en moda. El día que ya no suceda haré otra cosa. Quizás abrir un hostal.