Sin duda, cuando pensamos en el futuro, nuestra mente difícilmente vuela a más de veinte años de distancia. Ese viaje incluye imaginarnos con otro cuerpo o siendo ya parte, de otro espacio físico como una nueva casa o viviendo en una nueva ciudad. Pero ¿qué sucede si volamos mucho más lejos y pensamos el 2082? ¿Cómo imaginamos nuestro cuerpo y su revestimiento?
La diseñadora londinense Amy Congdon, quien es egresada de Futuro textil, programa impartido por la Saint Martins College of Art and Design. Además, Amy se especializa en el bordado digital, técnica que es utilizada para fabricar textiles basados en implantes quirúrgicos, naciendo aquí su interés, por el cultivo de tejidos biológicos.
Cuando todos estos universos comenzaron a concatenarse, arrojaron la premisa acerca de un futuro en el cual, la biotecnología pueda inaugurar una nueva forma de lujo, o quizá un nuevo tipo de textil. Así, nace este proyecto llamado “Atelier biológica”, el cual imagina un taller en el año 2082.
Para esta diseñadora, nuevos textiles o híbridos se apoderarán del futuro, donde partes o fragmentos de ADN, podrán ser utilizados para la creación de productos. De esta forma, el diseño textil quizá logre fundirse con la biotecnología, creando un mundo de materiales que nazcan desde las células y no desde los tejidos.
Este proyecto abre la posibilidad de repensar no tan solo el futuro de las telas, sino el rol de los diseñadores, quienes se convertirán en casi científicos. De esta manera, será posible crear un brazalete de marfil o una chaqueta de piel solo valiéndose del desarrollo tecnológico, el cual será el encargado, de crear futuras estéticas. Por el momento, sus diseños son más bien propositivos en cuánto a tendencia y el futuro del atelier de moda y la desaparición de los papeles del diseñador.
