Comenzó su carrera poco antes de cumplir un año en 1966 y luego de comerciales televisivos y polémicos roles en el cine, Brooke Shields se consagró como modelo. Pero no lo hizo simplemente por ser la que ganaba más dinero o la que caminaba en más pasarelas; Brooke se consagró porque el fotógrafo Richard Avedon logró retratarla bajo una imagen que la convirtió en inolvidable ante la vista de la industria y también de la opinión popular.
Hacia fines de los años ’70, Avedon ya tenía un sello que posteriormente fue reconocido como el glamour ochentero en estado puro. Sus musas lograron ser iconos, las poses que mostraban mezclaban elegancia, seducción y en muchos casos hasta acrobacias, pero Avedon parecía decidido a capturar la mejor toma y recopilar así uno de los portafolios más interesantes de la historia de la moda. Fue tanto su éxito y la importancia de su sello que aun después de su muerte, son muchos los fotógrafos que tratan de capturar esa esencia, ese estilo y las poses, por supuesto sin llegar al nivel del norteamericano.
Con Shields, Avedon logró algo importante: cuando en 1981 confabuló junto al diseñador Calvin Klein la que sería la campaña más famosa de la década, decidió a propósito darle una cuota de escándalo incluyendo a la celebridad menor de edad diciendo que nada había entre ella y sus Calvins. Pero más allá de los trucos de marketing, las imágenes siguieron acompañando la década y las revistas, con Shields dando lo mejor de su carrera en a primera vista muy simples tomas de estudio. Con la también actriz y las campañas de Versace, Avedon se elevó a un nivel glamoroso que definió esa y la década posterior, en un look que inevitablemente sigue volviendo hoy a falta de mayor peso en la industria.
Fotos: Vogue, Avedon, Zimbio.
