En 1996, en pleno festival de Cannes, una película independiente cambiaría el rostro de toda una generación con su potente mezcla de música y moda: Trainspotting, la cinta de Danny Boyle que narraba la particular perspectiva de un grupo de escoceses adictos a las drogas. Bajo ese trasfondo, y con el apoyo de una potente banda sonora liderada por Blur, Pulp, Elástica, New Order y varias otras británicas, se desencadenaba un nuevo episodio de fama para la movida londinense; a más de 30 años desde el Swingin’ London, Inglaterra y su cultura eran nuevamente objeto de admiración y fama en todo el mundo.
Junto a este fenómeno, la música británica comenzó a calar hondo en el resto del mundo, con Chile de cabeza incluido. De pronto, todos se enfrascaban en la batalla Blur v/s Oasis, la moda se transformó en un revival del mod de los sesenta con toques post punk y mucha nueva actitud. En nuestro país, no sólo la música y el cine hacían lo suyo, sino que muchas bandas nuevas se vieron influenciadas por la estética –Canal Magdalena, Solar, por nombrar algunas-, y revistas dedicaron reportajes al taquillero estilo que Mark Renton y cía. La revista “Newsweek” acuñó la frase “Cool Britannia” para describir el movimiento, y desde allí el estilo no paraba.
Suede, Elástica, Kate Moss en todo su apogeo junto a Alexander McQueen como los mimados de la moda, el símbolo Jack Union era la base de la moda y fotografías – como alguna vez lo fue con The Who y el resto en los ’60- y portadas de revistas como Vogue UK ayudaron a solventar esta fama el resto de la década. Patsy Kensit y Noel Gallagher daban su propia versión de la fotografía de Lennon/Ono en su propia cama para Vanity Fair, bajo el título “London Swings again”. Y aquí, como en otros lugares, la moda se tradujo en un nuevo mod que venía de la mano con faldas de vinyl, chalecos naranjas, prendas Americanino o simplemente, la emulación del estilo de cualquiera de los personajes de la película, donde Ewan McGregor saltaría a la fama, Kelly MacDonald se transformaría en referente a la hora de vestir y todos, simplemente, parecían más taquilleros que uno.