Hoy damos inicio a esta nueva sección ideada por ustedes en el concurso Le Coq. Les mostraremos la vida y el estilo de artistas de áreas como la música, el diseño, teatro y cine. Quisimos revisar en una primera etapa, referentes de nuestra cultura nacional para luego dar paso a iconos extranjeros. Comenzamos con Violeta Parra, “cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada por muchos la folclorista más importante de Chile y fundadora de la música popular chilena.”
En plena VIII Región, específicamente en San Carlos, nació un 4 de octubre de 1917 la compositora y autora de la famosísima canción, “Gracias a la Vida.” De largos cabellos negros, “a los nueve años se inició en la guitarra y el canto; a los doce compuso sus primeras canciones.” De niña, reveló tempranamente su tendencia hacia el espectáculo. Junto a su hermano Lalo, “imitaban a los artistas de los circos que se instalaban en las proximidades del hogar. Se disfrazaban con atuendos de papel y cantaban a dúo y montaron varias representaciones por la que cobraban entradas a los niños.” Luego “realizó los cursos primarios y estuvo un año en la escuela normal, pero abandonó los estudios y tuvo que trabajar en el campo para ayudar a su familia, ya que su padre enfermó gravemente. Los hijos de la familia lucharon por sobrevivir saliendo a cantar en restaurantes, posadas, circos, trenes, campos, pueblos, calles e incluso en burdeles.”
La artista se caracterizó por llevar el pelo suelto, mantas y ponchos de la estética huasa, y chalecos con botones.
Más tarde, “los problemas económicos se agravaron en gran parte, cuando el padre de familia falleció en 1931. Violeta se fue a vivir a Santiago a los 15 años, invitada por su hermano Nicanor, que estaba estudiando allí. Retomó los estudios en la Escuela Normal de Niñas, donde no se sintió a gusto, porque era el canto y no la escuela lo que le interesaba. Por ello, la abandonó y se presentó en bares, quintas de recreo y pequeñas salas de barrio junto con su hermana Hilda, en un dúo de música folclórica llamado Las Hermanas Parra. Hicieron de este trabajo una fuente de ingresos.” El año 1938 “se casó con el empleado ferroviario Luis Cereceda y con él tuvo dos hijos, que también se convirtieron en importantes músicos: Ángel e Isabel, que llegaron al ambiente artístico utilizando el apellido materno. El matrimonio, que vivió temporalmente en Valparaíso, duró hasta 1948. En 1949 nace su hija Carmen Luisa Cereceda Parra. En ese mismo año contrae matrimonio con Luis Arce y en 1952 nace su hija Rosita Clara. En la misma época, editó sus primeros discos junto con su hermana Hilda, para el sello RCA Victor.”
Su estilo no iba de acuerdo a los cánones de la época; a mediados del siglo XX las mujeres llevaban moños y los vestidos eran ajustados a la cintura.
“A principios de la década de los 50, comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago, y por todo el país. En 1953 de hecho, grabó “Casamiento de Negros”. En estas andanzas, conoció a diversos poetas chilenos, incluyendo a Pablo Neruda yPablo de Rokha. Su hermano Nicanor la estimuló a asumir con personalidad propia la defensa de la auténtica música chilena, en contra de los estereotipos que hasta ese momento se manejaban. Es así como su repertorio, hasta entonces basado en valses peruanos, corridos mexicanos, boleros y cantos españoles, pasa a las canciones más tradicionales del campo chileno, que le permiten descubrir los valores de la identidad nacional como ningún otro artista lo había hecho antes.”
Una estadía en París, Polonia, Unión Soviética, varios premios y un corazón roto más tarde -por culpa de Gilbert Favré-, retornó a su país natal. El 5 de febrero de 1967, a los 49 años de vida, y tras varios intentos fallidos, Violeta Parra se suicidó en la carpa de La Reina – centro de cultura folclórica- dejando un legado de esfuerzo y sacrificio a Chile y el mundo.