Fotografía Marcelo Senra
Algo está pasando con el diseño de moda en latinoamérica. Desde hace algún tiempo, la moda del primer mundo está inspirándose en nuestras raíces, cansado –supongo yo– de exprimir hasta el cansancio las referencias que venían de Oriente y que reinaron, de diferentes maneras, desde mediados de los ochenta y durante todos los noventa. A ello se suma la tendencia de la moda eco, que invita a recordar y rescatar el trabajo artesanal, la valoración de lo hecho a mano. El amazonas, lo andino, todo eso la lleva.
Es un buen escenario para los diseñadores de este lado del mundo que, como Ronaldo Fraga en Brasil, Juana Díaz en Chile, Marcelo Senra en Argentina y muchos otros, están trabajando con lo nuestro como inspiración y también como materialidad. La opción contraria, de hacer ropa más neutra, de esa que podría venir de cualquier parte del mundo, corre el riesgo de no lograr su objetivo: ser exportable. Hoy, más que nunca, eso de “muestra tu aldea y serás universal” tiene sentido si se habla de moda.
Tenemos el desafío de lograr que lo latinoamericano sea bien utilizado, para que quedemos bien parados. Al respecto, rescato una frase que me dijo Marcelo Senra en una entrevista que le hice, cuando le pregunté sobre los desafíos que este contexto nos presenta, con el conocimiento de causa que le da haber participado en el Ethical Fashion Show de París. Me dijo: “Lo bueno de todo esto es que seremos presencia, más que tendencia. Pero afuera se sabe poco todavía de nuestros materiales y de nuestros orígenes. Corremos el peligro de que, por falta de información y de un buen concepto, se utilicen mal nuestros materiales”.