Jacques Fath por Octavio Pizarro en revista L’Officiel
A menudo leemos que algún diseñador local o sudamericano, pone como apellido de su marca Alta Costura o Haute Couture; sin embargo, hacer esto no significa que realmente pertenezcan a esa pequeña e intrincada elite de la industria. Porque diseñar y confeccionar alta costura no significa pegar algunas lentejuelas, brillos o dedicarse exclusivamente a los trajes de noche; como ya hemos repasado anteriormente, el diseño de Alta Costura involucra formar parte de la Chambre Syndicale de la Haute Couture en París, luego de pasar por varias pruebas que certifican con todas sus letras que alguien se dedica a este oficio. Y por ello quizás no vemos presentes en esa esfera, a algún nombre sudamericano.
Si hablamos de Estados Unidos, durante varias temporadas vimos nombres de diseñadores como Marc Jacobs en Louis Vuitton o Alexander Wang en Balenciaga, pero ninguno representó realmente el mundo de la Alta Costura. Otros como Thom Browne, Chado Ralph Rucci y Rick Owens, así como algunas presentaciones de Rodarte, también han llevado a los norteamericanos a viajar a la capital de la moda paa lucirse con sus diseños; sin embargo, todos apuntan al pret-a-porter. Lo fácil de usar se instauró como institución de las bases norteamericanas de su industria cuando recordamos que ellos partieron haciendo ropa al imitar a las grandes casas europeas. Pero muy distinto fue el horizonte en los ’60 y ’70: allí vimos a Oscar de la Renta, Halston, Stephen Burrows y otros iconos pasearse sin problemas por los shows franceses, en lo que se denominó como “Batalla de Versalles”. Pero fue una excepción, ya que la representación norteamericana en la Alta Costura nunca llegó.
Traje de Serge Matta para Maggy Rouf, 1963
Esteban Cortazar, Pedro Lourenço, Juan Carlos Obando, Edgardo Osorio de Aquazzura, son algunos de los nombres latinos que han representado bajo sus propios códigos a esta parte del mundo en París. Pero ¿qué pasa al hablar de alta costura? El presupuesto para contar con la aprobación de algunas de esas reglas (un taller con cientos de empleados, todo hecho a mano, etc.), parece ajustar de manera negativa las intenciones que cualquier latino pueda tener con respecto a aventurarse en esas lides, claro si no nace en cuna de oro. Por otra parte, Chile debería enorgullecerse: mientras José Cardoch estudió en la Chambre Syndicale en los ’60, su maestro Serge Matta se transformó en el primer Couturier chileno en París cuando se hizo cargo de la firma Maggy Rouff. Y durante los años ’90, Octavio Pizarro también se aventuró en la Chambre Syndicale llegando a convertirse en Director Creativo de Jacques Fath en 1998, mientras en 2003 hizo lo suyo en Guy Laroche, algo que lo llevó a pisar el suelo y la creatividad de la Alta Costura, marcando un hito.
Fotos: Zimbio.