El debate en torno a la temática del feminismo ha estado presente siempre, pero quizás de manera más mediática durante las últimas semanas. Luego de que el discurso de Emma Watson como nueva embajadora de la ONU trajera a flote las injusticias y diferencias de trato respecto a mujeres y hombres —específicamente el rol de mujer en el mundo como “mujer”—, está en cuestionamiento lo que hemos aprendido a separar como temas “femeninos” y “masculinas”. Más allá de cual sea el verdadero significado del feminismo o del rol que cada uno de nosotros pueda desarrollar en ello, debemos reconocer que la moda juega un papel de gran relevancia en la forma en la que es concebida la mujer en sociedad. Desde los cánones de belleza hasta la manera y la evolución del vestuario femenino al día de hoy, diseñadores, editores y casas de moda parecen haber comenzado hace algún tiempo a tratar de derribar los parámetros tradicionales de lo que “debiera usar una mujer”.
“No les deseo a las mujeres que tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas”, recitaba Mary Wollstonecraft, escritora y filósofa del siglo XVIII en relación a la ya considerada “revolución femenina” por aquellos años, lo que demuestra que la mujer se ha pasado milenios consiguiendo, poco a poco, más de igualdad. Pero en un momento el tema se desequilibró hacia el lado incorrecto, siendo feminismo relacionado con un rol de la mujer por sobre el hombre, considerándose más capaz y relevante y en busca de más poder. Podríamos decir que hoy el tema al fin está alcanzando un equilibrio donde se entiende feminismo como la igualdad de condiciones y tratos para una mujer y un hombre bajo cualquier circunstancia. Algunos diseñadores de moda han sido los encargados a través de la historia de darle a la mujer un espacio para la igualdad. Recordemos que la mismísima Coco Chanel fue de las pioneras en la inclusión del pantalón en los armarios femeninos e Yves Saint Laurent introdujo el uso del traje de dos piezas transformando las prendas hasta el momento consideradas como “masculinas” en una nueva posibilidad para vestir.
Desde ahí todo es historia. Las posibilidades hoy en día son infinitas y ya no hay límites en lo que a moda femenina refiere. Zapatos, corbatas, trajes; año a año es posible ver en las nuevas propuestas de los diseñadores más atrevimiento y la perdida de la necesidad de vestir el cuerpo de una mujer “femeninamente”, valga la redundancia. En las colecciones presentadas en la última versión de París Fashion Week —de Jean Paul Gaultier y Chanel— vemos reflejado este pensamiento. Mientras Gaultier experimentó con trajes de corte recto, siluetas cuadradas y deconstrucción del traje sastre, Chanel fue directo al grano marcando la pauta como uno de los más interesantes desfiles del llamado mes de la moda. Con una marcha de mujeres envestidas en una colección Primavera/Verano 2015 atrevida —protagonizada por pantalones y Blazers—, las modelos encarnaron una protesta pidiendo por la liberación femenina, la igualdad de género y la posibilidad de usar y vestir su cuerpo como se les de la gana.
Los cánones de belleza, la presión social del cómo vestir y cómo verse, y las posibilidades del vestuario femenino parecen estar al fin revolucionándose y eso es fácil de ver a través de las redes sociales, donde la misma gente exige y aprueba un cambio en la mentalidad. Pero con ello surge un duda: si el cambio parece estar enfocado en la mujer, ¿qué pasa con el hombre? ¿Cuándo nos parecerá normal ver a un hombre en falda o incluso vestido? ¿No es acaso eso parte del feminismo de la misma forma? Ideas que actualmente parecen una locura, pero no más que lo que en algún momento se decía sobre una mujer en pantalones, zapatos oxford, blusa y corbata.
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